domingo, 29 de diciembre de 2019

Mente de cazadores recolectores

Gabriela Calderón de Burgos

5 de julio, 2013

¿Por qué políticas públicas de comprobado fracaso siguen siendo populares? Una respuesta novedosa es aportada por la psicología evolutiva. Leda Cosmides y John Tooby, de la Universidad de California en Santa Bárbara, lideran un centro de investigaciones que trata de comprender cómo ha evolucionado la mente humana. Los dos expertos, que recientemente visitaron Galápagos para participar en una reunión de la Sociedad Mont Pelerin, han llegado a la conclusión de que seguimos pensando como cazadores-recolectores en un mundo moderno.

Cuando los seres humanos vivían en sociedades de cazadores-recolectores (25-50 miembros), les convenía una serie de comportamientos que en una sociedad moderna son evidentemente contraproducentes. Por ejemplo, a los cazadores-recolectores les convenía centralizar la carne obtenida en las cacerías dado que no tenían tecnología para almacenarla, y conseguir la carne dependía mucho de la suerte que tenga cada cazador-recolector. Además, como todos sabían que de vez en cuando tenían una mala racha, podían "comprar" algo de carne para los días de "mala suerte" sacrificando un poco de carne en los días de "abundancia". Aquellos que se esforzaban menos porque igual iban a obtener la misma cantidad de carne que los que trabajaban más podían ser monitoreados de cerca y castigados si intentaban aprovecharse del trabajo de otros.

De la misma forma, el control de alquileres tiene sentido para nuestras mentes de cazadores-recolectores: si un individuo es víctima de mala suerte, aquellos que tienen recursos de más –los propietarios de las viviendas– deberían compartir con los más necesitados y se debe utilizar la fuerza del Estado para castigar a los propietarios que violan esta regla de distribución.

Pero ya no vivimos en sociedades de pequeños clanes. El contexto ha cambiado radicalmente en un periodo muy breve de la historia de la raza humana. Ahora vivimos en sociedades donde nos relacionamos con un sinnúmero de personas anónimas.

En este contexto moderno, ¿realmente ayuda el control de alquileres a los que no tienen vivienda? Resulta que el control de alquileres tiene efectos secundarios no intencionados: desalienta la construcción de viviendas de alquiler y alienta a los propietarios de las viviendas existentes a evitar ofrecerlas en el mercado. La consecuencia es que se reduce o estanca la oferta de viviendas de alquiler y se disparan los precios de aquellas unidades ofertadas en el mercado negro.

No obstante, apoyar el control de alquileres hace que nosotros con nuestras mentes de cazadores-recolectores nos sintamos bien, aun cuando esta política esté perjudicando a los más necesitados.

Sin embargo, no estamos condenados a vivir como cazadores-recolectores desorientados en un mundo moderno. Desde Adam Smith, los economistas han comprendido que el intercambio voluntario entre individuos que buscan promover su propio bienestar y el de sus seres queridos fomenta de manera sistemática –aunque no intencional– el bienestar social. Instituciones modernas como el dinero, los contratos y los derechos de propiedad privada permiten que individuos alrededor del mundo ya no dependan de una pequeña banda para sobrevivir, sino de una amplia red de desconocidos en los cuales confían para un sinnúmero de productos y servicios que hoy consideramos esenciales.

Pero lo que los economistas han comprendido, nuestras mentes no están diseñadas para reconocerlo de manera intuitiva. Por eso es de suma importancia domar nuestro cazador-recolector interno con una educación básica en economía.

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