jueves, 26 de diciembre de 2019

Patria, tierra sagrada

8 Agosto 2010



Por Emilio Palacio

El 10 de julio del 2007, María del Carmen Delgado, de 31 años, acudió a la Fiscalía de Pichincha para denunciar que el entonces subsecretario de Gobierno, Eduardo Paredes, la había acosado sexualmente. La señorita Delgado contó que le solicitó empleo al amigo de Ricardo Patiño y del experto en diplomacia Kintto Lucas, y que Paredes como respuesta le propuso que lo acompañase durante el carnaval, ya que como ella es negra seguramente "se movería bien bailando bomba y en la cama". (No se sabe aún si Paredes también pensaba invitar al baile de la bomba a Patiño y a Lucas). Para entonces Rafael Correa ya le había ordenado al Secretario Anticorrupción que someta al acusado al detector de mentiras. El polígrafo reveló que la denuncia era cierta, pero Paredes continuó en el Buró de Alianza PAIS por sus virtudes morales.

Les abrevio las aventuras de Paredes para no aburrirlos y vayamos directo al jueves. Ese día el danzarín de la bomba ingresó al salón de sesiones de la Asamblea Nacional sin que nadie lo haya convocado, buscó algún sillón desocupado y cuando llegó el momento de votar se convirtió en el alzamanos 59 con que Alianza PAIS nos hizo creer que se había aprobado el borrador de Ley Antiuniversidades que Correa finalmente redactará a su gusto.

A la mañana siguiente, el asambleísta gobiernista Washington Cruz (cuyo lugar ocupó Paredes) reconoció sorprendido que nunca se excusó ni anunció que faltaría, por lo que su reemplazo fue ilegal.

Pero 59 votos no eran suficientes. Hacían falta cuatro más. Así que de repente el mensaje de la transformación revolucionaria descendió como una luz verde (verde Alianza PAIS o verde dólar, que sobre esto hay versiones distintas) en el alma de doña Guillermina Cruz, correísta-gutierrista que, según dicen, desprecia al hombre del maletín pero que al parecer mantiene estrecha amistad con la mujer del maletín.

El voto 61 fue del diputado oriental Galo Vaca, que con una reveladora sonrisa pero sin sonrojarse ofreció su voto por cualquier ley a cambio de una universidad del montón.

Doña Scheznarda Fernández, revolucionaria de la larga noche neoliberal y del Partido Social Cristiano, puso el voto 62. Dicen que fue ella la que convirtió a Guillermina y a Galo al correísmo, ya que recibió las verdes aguas bautismales del Gran Profeta Insultador mucho antes. Son esas mañas que antes se aprendían en el PSC y que ahora están desterradas del Nuevo Viejo Congreso, porque las que se usan son más eficientes.

Por último, la alzamanos 63, con las completas, fue Silvia Salgado, socialista de ideales muy nobles pero desconocidos que hasta el último momento se ofertó muy bien. Marketing socialista, que le llaman.

Fue recién entonces cuando Fernando alias el Corcho Cordero cantó el hit "aprobada", para que los asambleístas de Alianza PAIS bailen la bomba y celebren por haber ganado sin necesidad de que los encierren con Patiño y Alexis Mera (o con el avión Eduardo Paredes, que en ese caso hubiese invitado a sus asambleístas a pasar el carnaval), y ya no tendrían que seguir en vigilia hasta que la mujer del maletín haga su trabajo. "Ganamos, ganamos", coreaban los correístas a los opositores, sacándoles la lengua, como esas jovencitas que hacen escarnio de las pecadoras los domingos y muestran los calzones el resto de la semana.

Así es el Viejo Nuevo Congreso, el Hediondo Chiquero donde se enloda el nombre de la Patria, tierra sagrada, de honor y de hidalguía, cómo me duele llamarte mía y no poder hacer nada ante los horrores que veo.

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