viernes, 27 de diciembre de 2019

Ecuador: La justicia de Rafael

por Marlon Puertas

Rafael es sincero en sus intenciones cuando dice que quiere meter sus manos en la justicia. Bueno, medio sincero nomás. No dice que los pies los tiene bien metidos desde hace rato, y yo, de puro comedido y algo de metido, les presento aquí los resultados:

La justicia de Rafael respeta a la familia. Por eso no hace nada para sancionar a quienes fueron los responsables de que su ñaño Fabricio tenga cientos de millones de dólares en contratos con el Estado, según la comisión que revisó el caso, y que nadie, nadie de su impoluto Gobierno, ni siquiera haya sido interrogado por la Fiscalía para saber cómo es que el hermano sabroso les metió tremendo gol por el ojo tuerto. Silencio absoluto. Y de remate, es el único que se les ha burlado en la cara y les ha insinuado hasta ser mariquitas a los del entorno del poder, pero nadie se mete con él. Familia es familia, como se decía en los buenos tiempos italianos.

La justicia de Rafael tiene su creación perfecta en la Fiscalía. Fiscal general elegante, refinado, graduado en Lovaina y leal, porque respeta la sangre de la realeza. ¿Qué más quieren? ¿Justicia? Bueno, piden demasiado, pero algo se hace. Les cuento un caso como ejemplo. Cierto día, una señorita colombiana cruzaba una calle de Quito y un carro de la Fiscalía la mató. Muchas personas, seguramente de la oposición que pasaban por ahí, dijeron que una señora manejaba. Pero no. Luego de eso, un policía, chofer de la señora, quien resultó ser la esposa del fiscal elegante, dijo que fue él a quien lo invadió el espíritu maligno de Fernando Alonso. Y ya. Rapidito, la justicia funcionó, y el policía apurado fue sentenciado. ¿Ya ven que funciona la justicia? ¿Por qué será que quedó en el ambiente un tufo de impunidad?

La justicia de Rafael valora la amistad. Raúl Carrión, quien se autoproclamó dueño del circo, está libre, y en el Ministerio del Deporte a nadie le preocupan las obras que se perjudicaron gracias al comecheques y sus amigos. Caroline Chang compró furgonetas adaptadas como ambulancias y sigue feliz de la vida. Hasta los ministros que dejaron sin energía eléctrica a todo el país, vuelven orondos a cumplir con igual eficiencia la misma tarea, como don Esteban Albornoz. Bueno, no todos vuelven. El comandante Juan está resentido, porque otros rojos siguen en el poder y a él le impiden su regreso triunfal.

La justicia de Rafael le gana a la justicia divina. Por eso, solo está esperando que a los policías relajosos del 30 de septiembre los sentencien en los tribunales y sufran un poquito para, después de eso, darles su perdón. Se llama indulto. Y él lo aplicará, porque su justicia es benevolente, compasiva, piadosa. Si los condenados le suplican su perdón, él se los concederá, porque, en el fondo, su fachada de hombre duro es necesaria para conseguir el arrepentimiento sincero de los pecadores, a quienes mandará de penitencia cantar quinientas veces "Patria" y rezar dos avemarías.

La justicia de Rafael es lo mejor que nos puede pasar. ¿Alguien tiene dudas?


No hay comentarios:

Publicar un comentario