¡A mí me da una pena que el Gobierno esté dando retro en el impuesto verde! Yo creo que ha sido la mejor idea que ha tenido la revolución ciudadana para transformar la patria y llevarla por los senderos ecológicos. Imagínense lo que es habernos situado frente a la posibilidad de vivir en un territorio desplastificado, descontaminado y desbasurizado. ¡Qué maravilla!
Me pregunto, ¿qué pasó para que el excelentísimo señor presidente de la República fuera metiendo retro poco a poco? Y me respondo: faltó ejemplo, decisión, firmeza.
Si los más altos representantes de la revolución ciudadana hubieran estado convencidos de la propuesta verde, hubieran comenzado por señalarnos derroteros. Así, los grandes líderes como el Patiño y el Kintto Lucas hubieran empezado a ciclear y, para ahorrar energías, se hubieran montado en esas bicicletas para dos a fin de pedalear, como siempre, al unísono. Pedaleando hubieran llegado tempranito al Alba, después hubieran curvado hacia Unasur y por último hubieran arribado a la Cancillería, sudorosos pero satisfechos del deber cumplido. Con tanto ejercicio hubieran tenido la mente disipada y el cerebro oxigenado, lo cual les hubiera evitado hablar tanta pendejada, que es lo que hacen cuando están, pobrecitos, tan tensos de tanto que se movilizan en sus autos escoltados por una cantidad de jeepses y motos con sirena, algo que mucho contamina, francamente.
Fu, con ese ejemplo las decenas de ministros y ministresas no hubieran tenido más remedio que andar en bici en lugar de andar en el Twitter, donde chocan unos con otras y otras con uno y terminan en una tremenda colisión revolucionaria, contaminando la red con desmentidos, contradicciones e interpretaciones que a ellos les ponen verdes y hacen que a nosotros nos suban las alverjas, las lechugas, los brócolis, los aguacates, los limones y el apio.
De ahí, la descontaminación de plásticos también era una gran medida, cuyo ejemplo, igualmente, debería haber comenzado por el Gobierno. Claro que los primeros sacrificados hubieran sido el Alexis Mera y los hermanitos Alvarado, que son lo más plástico que hay, pero ya sin ellos todos los ciudadanos y ciudadanas hubiéramos nomás renunciado a las fundas y a los fundos, a las botellas y botellos, y a todo mismo.
¡Híjoles!, y ahurita que me acuerdo, al primerito que le faltó dar ejemplo es al Correa. No pues, él no hubiera necesitado demostrar que anda en bicicleta porque ya anduvo hasta cuando le cambiaron la rodilla y le ponieron esa cubana que resultó falseta. Él era de que deje de movilizarse en su avión particular y comience a volar en parapente que, en términos aeronáuticos, es lo menos contaminante que existe. Chuta, qué emoción verle surcar los cielos donde mora, descender lentamente llevado por el viento y posarse suavemente justo donde toca gabinete itinerante. ¡Qué ecológico que hubiera sido eso!
Pero bueno, lo bueno es que el Correa en el fondo sí es bien descontaminante y por eso, marcando un patrón de conducta, corrió a mandar a Bélgica la mitad de la plata que recibió del Banco Pichincha, con lo cual contribuyó a descontaminar nuestro mercado financiero en 300 mil dólares. ¡Eso es pues dar ejemplo de descontaminación!
Me pregunto, ¿qué pasó para que el excelentísimo señor presidente de la República fuera metiendo retro poco a poco? Y me respondo: faltó ejemplo, decisión, firmeza.
Si los más altos representantes de la revolución ciudadana hubieran estado convencidos de la propuesta verde, hubieran comenzado por señalarnos derroteros. Así, los grandes líderes como el Patiño y el Kintto Lucas hubieran empezado a ciclear y, para ahorrar energías, se hubieran montado en esas bicicletas para dos a fin de pedalear, como siempre, al unísono. Pedaleando hubieran llegado tempranito al Alba, después hubieran curvado hacia Unasur y por último hubieran arribado a la Cancillería, sudorosos pero satisfechos del deber cumplido. Con tanto ejercicio hubieran tenido la mente disipada y el cerebro oxigenado, lo cual les hubiera evitado hablar tanta pendejada, que es lo que hacen cuando están, pobrecitos, tan tensos de tanto que se movilizan en sus autos escoltados por una cantidad de jeepses y motos con sirena, algo que mucho contamina, francamente.
Fu, con ese ejemplo las decenas de ministros y ministresas no hubieran tenido más remedio que andar en bici en lugar de andar en el Twitter, donde chocan unos con otras y otras con uno y terminan en una tremenda colisión revolucionaria, contaminando la red con desmentidos, contradicciones e interpretaciones que a ellos les ponen verdes y hacen que a nosotros nos suban las alverjas, las lechugas, los brócolis, los aguacates, los limones y el apio.
De ahí, la descontaminación de plásticos también era una gran medida, cuyo ejemplo, igualmente, debería haber comenzado por el Gobierno. Claro que los primeros sacrificados hubieran sido el Alexis Mera y los hermanitos Alvarado, que son lo más plástico que hay, pero ya sin ellos todos los ciudadanos y ciudadanas hubiéramos nomás renunciado a las fundas y a los fundos, a las botellas y botellos, y a todo mismo.
¡Híjoles!, y ahurita que me acuerdo, al primerito que le faltó dar ejemplo es al Correa. No pues, él no hubiera necesitado demostrar que anda en bicicleta porque ya anduvo hasta cuando le cambiaron la rodilla y le ponieron esa cubana que resultó falseta. Él era de que deje de movilizarse en su avión particular y comience a volar en parapente que, en términos aeronáuticos, es lo menos contaminante que existe. Chuta, qué emoción verle surcar los cielos donde mora, descender lentamente llevado por el viento y posarse suavemente justo donde toca gabinete itinerante. ¡Qué ecológico que hubiera sido eso!
Pero bueno, lo bueno es que el Correa en el fondo sí es bien descontaminante y por eso, marcando un patrón de conducta, corrió a mandar a Bélgica la mitad de la plata que recibió del Banco Pichincha, con lo cual contribuyó a descontaminar nuestro mercado financiero en 300 mil dólares. ¡Eso es pues dar ejemplo de descontaminación!
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