domingo, 29 de diciembre de 2019

No entendieron…

Daniela Chacón Arias
04 Feb 2013 04:44

He seguido apáticamente una campaña que en realidad nunca empezó. No culpo a los miles o millones de ecuatorianos que no se han interesado por seguir el proceso electoral ya que no hay nada nuevo bajo el sol. Entre eslóganes, sonrisas y propuestas vacías, los candidatos de la oposición han intentado infructuosamente posicionarse como una alternativa al presidente candidato y al modelo que nos ha gobernado los últimos seis años. Varios de ellos nos han dicho que Correa nos ha vendido, a punta de propaganda, un país de mentira. Nos plantean entonces la disyuntiva de escoger entre los que aseguran que antes estábamos mejor, que éste no es el país que queríamos, o que otro Ecuador está a la vuelta de la esquina.

¿Pero qué significa todo esto? ¿Cuál es ese Ecuador de mentira que Correa nos ha vendido y del que debemos salir inexorablemente? Un país con carreteras que nos llevan a los lugares más recónditos, con edificios públicos decentes donde se puede obtener la cédula en menos de una hora y sin necesidad de contratar un tramitador, con escuelas del milenio, con el programa Manuela Espejo, con inversión social nunca antes vista y con una comunicación impecable de todos los logros.

Me imagino que no es ese el país al que se refieren los opositores. Pero, ¿a qué se refieren? Todos se han preocupado por decir que no tocarán el bono de desarrollo humano, que no acabarán el programa del Vicepresidente Moreno, que seguirán invirtiendo en infraestructura y que buscarán alternativas al petróleo para que no seamos tan dependientes de este recurso. Pero todo esto ya lo está haciendo Correa y su promesa ha sido muy clara: que lo seguirá haciendo.

Hace 6 años Correa nos prometió otro Ecuador, se adueñó de la esperanza y pateó el tablero político cambiándolo para siempre. Y en ese tiempo se ha dedicado a trabajar incansablemente para cumplir esa promesa y a marcar una clara diferencia con el pasado para dejarnos en claro que sin él, no vamos a ningún lado o peor aún que vamos a regresar a ese pasado nefasto. 

Pero el Ecuador de estos 6 años dista mucho de esa propuesta que ahora se ve tan lejana. Un país plagado por la inseguridad donde todos hemos sido víctimas o conocemos a alguien que ha caído en las garras de la delincuencia. Y no solo de la delincuencia sino de la impunidad, pues el sistema judicial cooptado por el Ejecutivo asegura justicia a unos pocos privilegiados. Un país donde la corrupción ha desbordado los límites de lo aceptable, inclusive en sociedades acostumbradas a decir "qué importa que robe si está haciendo obra". Un país donde personas sobre quienes se ha puesto en tela de duda sus credenciales académicas son homenajeadas y defendidas con todo el poder del Estado, mientras a los maestros se les exige doctorados para dar clases. Un país donde fondos públicos son manejados a la ligera y créditos son otorgados a extranjeros sin garantías mientras muchos ecuatorianos tienen que someterse a humillantes procesos de expurgación para créditos de unos cuantos miles de dólares. Un país donde no se puede protestar a riesgo de ir a la cárcel mientras unos pocos ecuatorianos gozan de perennes espacios en medios públicos y privados para protestar. Un país donde vuelan narco avionetas, narco valijas y narcos y los perros son los culpables. Un país donde existe sólo una voz que habla la verdad y acalla al resto a base de burlas e insultos.

Claro que éste no es el país que queríamos, pero la oposición no ha entendido que debía salir de frente y con valentía a denunciar todos estos hechos y que debía confrontar con firmeza a Correa sin temor a perder unos cuantos puntitos en las encuestas. La campaña ha demostrado que los candidatos se han cuidado mucho de no enfrentar directamente a Correa, ni de poner el dedo en la llaga sobre las falencias de este gobierno, menos aún de presentarnos una verdadera alternativa. Siguen pensando que con una campaña positiva en la cual venden más de lo mismo, pero sin prepotencia, van a triunfar.


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