lunes, 30 de diciembre de 2019

La visita a Rusia

Mauricio Gándara Gallegos

7 de noviembre, 2013

Con motivo de esta segunda visita del presidente del Ecuador a Rusia, me parece útil relatar ciertos antecedentes históricos que permiten evaluarla mejor. Por haber estado muy cerca de los personajes nacionales que escribieron esas páginas de la Historia, soy testigo privilegiado –puedo decir oficial– de los principales hechos que voy a comentar.

Como antecedente lejano, recordemos que fue Velasco Ibarra, al término de la Segunda Guerra Mundial, cuando se constituyó las Naciones Unidas, que estableció relaciones con la Unión Soviética, cuya capitana era Rusia. Fueron relaciones distantes, sin apertura de embajadas. Es el mismo Velasco Ibarra quien en su última administración acuerda con la Unión Soviética la apertura de embajadas. El primer embajador ruso, el señor Iván Ivanovich, presentó sus cartas credenciales en junio de 1970 y, por los mismos días, en Moscú, lo hizo nuestro primer embajador, el doctor Juan Isaac Lovato.

La decisión del presidente Velasco Ibarra no era tan simple como nos puede parecer hoy día; se vivía la Guerra Fría entre las dos superpotencias y los Estados Unidos ejercían toda la presión de que eran capaces para impedir la penetración de las potencias comunistas en América. Pocos años antes, en 1961, habían ejercido una presión extraordinaria para evitar que el vicepresidente Arosemena Monroy aceptase la invitación para visitar Rusia. Los grupos ecuatorianos que se oponían al viaje vaticinaban que los Estados Unidos nos cortarían los créditos. Es a esos grupos a los que Arosemena calificó de "los enloquecidos por el dinero". Viajó y no hubo ninguna retaliación. En esa misma Administración, Velasco Ibarra sustituyó la relación diplomática con la China de Taiwán por la de la República Popular de China.

En el ambiente de la Guerra Fría, no le fue fácil, tampoco, al gobierno de Arosemena Monroy, en 1962, resistir la presión norteamericana para expulsar a Cuba de la OEA. Años más tarde, en 1972, Velasco recibió la visita de Fidel Castro.

Después, las tensiones disminuyeron; visitó a Fidel Castro, en Cuba, el presidente Febres-Cordero, del Partido Social Cristiano, que dos décadas antes había reclamado la expulsión de Cuba de la OEA.

Se viven, pues, momentos diferentes: se deshizo el bloque soviético, cayó el Muro de Berlín, cesó la amenaza comunista. Las visitas entre jefes de Estado son cosa de todos los días, pero no hay que caer en la tentación de acercarse a los unos en detrimento de la cooperación con los otros. Está bien que el presidente ecuatoriano haya condenado el espionaje norteamericano; sin embargo, no escogió el mejor testigo para hacerlo: el presidente de Rusia, antiguo jefe de los servicios de espionaje de la Unión Soviética. ¡Coherencia es lo que nos hace falta! Si hay coherencia, debe renunciarse, entre otras cosas, a imponer el control sobre el internet, especialmente el que obligaría a que en las casetas de internet existan videocámaras que filmen a los particulares que van a enviar sus correos, y que, además, guarden copia de esos correos que son correspondencia privada. ¡Eso es espionaje a su mismo pueblo, eso es propio del Estado Policía!


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