martes, 31 de diciembre de 2019

¿Y los nuevos ricos qué comen?

Jeanette Hinostroza
09/Octubre/2013

Los nuevos ricos son los que mejor comen, andan en carro de lujo y estrenan casa en barrio pelucón.  Cumbayá, González Suárez, Quito Tennis y Samborondón,  esos son los lugares en donde levantan sus nuevos palacios con mucho derroche y poco gusto.

Una clase muy privilegiada con derecho a invadir las vías del trole y a violar las normas de tránsito; mientras que los demás tenemos que corrernos a un lado para abrirles el paso. 

Los nuevos ricos solían odiar el dinero y las cosas materiales; hoy tienen cuenta en Suiza y empresa en paraíso fiscal.  El consumismo era la  podredumbre del ser humano; hoy es parte de sus derechos. 

Vestían jean, boina de paño y camiseta del Che Guevara, una inconfundible y furiosa raza, dispuesta a defender sus principios y valores hasta la muerte. 

Ahora se los ve incómodamente empacados en ropa importada y costosa.     Ayer compraban en la Bahía o en la Ipiales; hoy se los ve de shopping en Miami. 

Ayer usaban shigra; hoy de sus hombros cuelga una Louis Vuitton.  Pregonan sencillez y usan zapatos Guchi.  Exigen igualdad y adornan sus cuellos con Hermés. Ayer comían cebiche de churos; hoy comen escargots.  Odian el Imperio gringo, pero tienen visa. 

Solían salir a las calles para defender los derechos del pueblo; hoy están callados, porque hablar pone en riesgo su nuevo estatus.   Ayer tenían dignidad y principios; hoy tienen precio.

Ayer defendían a la naturaleza y consideraban que era su deber dejarles un mundo mejor a sus hijos;  ahora ya no les importa el mañana, pues hoy sus billeteras están llenas de dinero. Ayer estaban chiros, pero libres; hoy están encadenados a sus ilimitadas ambiciones. 

Antes se armaban interesantes coloquios para quejarse de los pipones, las comisiones y los negociados.  Hoy los nuevos ricos comen del Estado.  Ayer denunciaban la rosca, hoy forman parte de su fuerte engranaje.  Los nuevos ricos pedían gobiernos que no roben; hoy su filosofía es que roben, que hagan y que repartan.

A los nuevos ricos nadie les dedica canciones, porque cuando toca  se visten de verde encendido y evocan a una Cuba en la que nunca vivirían porque huele a pobreza y en sus estanterías ya no hay espacio para ese perfume. 

Los nuevos ricos viven en un mar de contradicciones y nadie los manda a comer mierda.  No tendría caso.   Porque están empachados de tanto tragarse los escupitajos que durante toda su vida echaron hacia arriba.


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