martes, 31 de diciembre de 2019

‘Ol yu niff is Ráfael’

Marlon Puertas

05/Abril/2014

Qué chévere que está la campaña Ol yu niff is Écuador. Perdón mi inglés, pero a mí también me dio clases el profesor de Rafael, así que no es muy perfecto que digamos. El punto es que ya era hora que explotemos el recurso turístico inmenso que tenemos y que no le habíamos parado bola, so pretexto de que siempre habíamos sido los explotados por los malos extranjeros imperialistas, a quienes antes no podíamos ver ni en pintura. Pero ahora ya nos pasó el resentimiento y nos tomaremos la justa revancha: ya verán como los explotamos a esos gringos, sobre todo. 

El video y la musiquita están chéveres, para qué. Lo malo es que no entiendo nada, menos lo que dice esa veterana voz sombría y peluda que supongo debe hablar maravillas de la naturaleza de nuestro país. Y el fondo, qué bonito, Los Bitles en nuestra versión criolla, para que allá afuera todos sepan que aquí se canta odas revolucionarias como la inolvidable de la tortilla, esa mismo, la que los ricos coman KK, pero también, cómo no, himnos pitiyanquis como ese del Yelou Sugmarín, que todos se lo vamos a pedir a Pol Macarni, ahora que venga. 

Así que los turistas se sentirán como en casa, tendrán repertorios musicales para escoger, dependiendo si amanecieron con ganas de tumbar un imperio o de firmar convenios con la Coca Cola.

Lo que sí hizo falta en el video es la gente. Ni un ecuatoriano o ecuatoriana asoma. Somos feos, pero no tanto. Y lo ideal hubiese sido que pongan en medio de las bellas imágenes del Cotopaxi, de las Galápagos y del Yasuní, al ecuatoriano más famoso que tenemos, ese que atrae inevitablemente las miradas de propios y extraños. ¿Quién más? Rafael, por supuesto. Allí calzaba perfecto, con su bicicleta al hombro, alzando el puño, gritando alto, frunciendo el ceño. Es nuestro mejor embajador turístico y yo sí creo, me disculparán, que en los actuales momentos se ha convertido en nuestro principal atractivo. 

¿Quién sino, dio asilo a Julián, el jáquer?

¿Quién sino, quiso dar lo mismo a Esnouden, y no pudo?

¿Quién sino, es el creador del milagro ecuatoriano, que todo el mundo quiere emular?

Imagínense no más un extranjero viendo el video con nuestro presidente en cada toma. Su irreprimible impulso sería agarrar el primer vuelo y venirse para acá a conocer tremendo personaje. 

De seguro, estaría firme en la Plaza Grande los lunes para el cambio de guardia y buscaría, desesperadamente, el siguiente lugar en el que nuestro presidente hará su sabatina y allí estaría, en primera fila. Para grabarla todita y tenerla como un documento histórico, transcribirla en papiros y enterrarla cincuenta metros bajo tierra. Para conservarla siempre. 

Es que eso no hay en ninguna otra parte del mundo. Solo lo disfrutamos nosotros y como siempre, no lo sabemos valorar, no lo sabemos explotar. Ni siquiera los genios de Comunicación repararon en que si somos famosos a nivel mundial, se lo debemos a él. Porque Ecuador ha decidido, diez veces ya, que Ol yu niff is Ráfael. 



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