domingo, 29 de diciembre de 2019

La nueva era

Francisco Febres Cordero

26 de mayo, 2013

Después de los primeros seis años de gobierno, el excelentísimo señor presidente de la República comenzó su nuevo periodo que durará 294 años, para completar los 300 de revolución que nos ofreció.

Si en solo seis años el excelentísimo señor presidente de la República ha fundado una república allí donde antes no había más que desolación y partidocracia, y ahora hay suma kawsay por todos lados, ¿qué no podrá hacer en el larguísimo periodo que le resta como gobernante?
Los analistas, visionarios como somos, estamos en capacidad de anunciar el comienzo de una nueva era, una vez que se ha consolidado la patria grande y se ha iniciado el despegue de la patria chica.

¿Y hacia dónde va a despegar la patria chica?, me preguntarán ustedes. Y yo les responderé que, ¡por fin!, comenzamos a despegar hacia ignotos lugares, gracias a que iniciamos nuestra carrera espacial con el más magno y trascendental acontecimiento que permitió que el satélite Pegaso navegue hacia los confines del universo. Claro que ahurita, por no poner las direccionales, por poco choca con un cohete ruso que venía a tres mil por hora invadiendo la vía del trole y casi siace polvo, el pobre. Aunque, cómo saber si la basura espacial no acabará con él.

Fu, pero como el Pegaso no da ni un paso atrás, seguirá cruzando las fronteras inmarcesibles de las constelaciones y pregonando por sus parlantes interestelares la música de Patria tierra sagrada. Así, los ecuatorianos (y ecuatorianas) nos situamos ya en otra esfera, lo cual nos permitirá levantar la vista hacia el futuro promisorio que nos aguarda, y no mantenerla fija en las nimiedades terrenales.

En esta era del Pegaso, la revolución llegará a todo el sistema solar y sus alrededores y el excelentísimo señor presidente de la República se proyectará (literalmente) como el gran líder extraplanetario. Una especie de Superman, pero con camisa étnica. Y sin lentes, pero sí con rayos X. Y mucho más insultón, también.

Claro que para eso el Pegaso, que comenzó chiquitito, tendrá que crecer hasta convertirse en un cohetote porque si no, por ejemplo, ¿cómo va a llevar la valija diplomática desde la Cancillería a Marte?

De ahí sí su misión será viajar de un lado para otro con una tripulación de señoras y señoritas asambleístas que irán imponiendo, de planeta en planeta, las leyes que les dicte nuestro Superman étnico: la de aguas, por ejemplo, ahora que se ha descubrido que sí hay planetas con agua. Y ni se diga la ley de minas: a Mercurio se han de ir para regular la excavación de mercurio a cielo abierto, y a Plutonio también, y a Urano. Lindo van a pasar. Tanto que ya no van a necesitar sesionar aquí. ¡Qué alivio!

O sea lo único malo es que, en esta era que comienza, la revolución ciudadana ya no va a necesitar hacer carreteras, que es lo que más éxito le ha dado, pero en cambio va a poder llevar regalado el arroz a los lunáticos que no tienen arroz, enseñarles a los marcianos cómo se hace una tesis de grado con la técnica cibernética del Glass o de los hermanitos Alvarado, instruirles a los jueces de Júpiter a dictar sentencias con el Chucky Seven, eliminar el hambre en Saturno a base del sistema comecheques y meterles presas en Venus a todas las venus, por terroristas. Y así.

En síntesis, la era que comienza es la misma de la revolución del siglo XXI, pero proyectada hacia el mismísimo espacio sideral, que es de donde nació, creo.

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