sábado, 28 de diciembre de 2019

¿Ineptitud? ¿Fanatismo?

Mauricio Gándara Gallegos
10 de abril del 2012


El Ecuador ha sufrido muchos y muy graves daños por haber confiado sus  asuntos más difíciles a manos ineptas, en ocasiones, o a las de fanáticos, en otras, y, a veces –¡Oh desgracia!–, a las que eran lo uno y lo otro. Con ocasión de este desproporcionado romper lanzas a favor de Cuba, que tal vez ni quiere ser invitada, me viene a la memoria lo ocurrido en 1870. En ese
 año, se realizó la unificación total de Italia cuando fueron conquistados los Estados Pontificios. El presidente ecuatoriano, Gabriel García Moreno, protestó en solidaridad con el Papa, y quedaron rotas las relaciones diplomáticas con el Reino de Italia, que solamente se restablecieron tres décadas más tarde. El Gobierno del Ecuador pidió a los demás gobiernos
 latinoamericanos actuar de la misma manera. Nadie lo apoyó, se quedó solo, cayó en el ridículo. El fanatismo condujo a esta situación desairada a un gobernante que, en varios aspectos, era un hombre superior. Podemos decir que ese Gobierno fue más papista que el Papa, como el de hoy es más castrista que Castro. El canciller ha añadido que prefiere estar solo. ¡Dice eso el funcionario encargado de las relaciones con el mundo! Ya ha sido analizado, nacional e internacionalmente, que ningún país puede imponer un tema específico. Lo que sí puede hacer, es presentarse en la Conferencia de las Américas y plantear sus tesis. El pueblo cubano necesita que cese el embargo norteamericano, pero, también, que cese la dictadura perpetua del Partido único y se establezca un sistema plural, de libertades.

 La política internacional de un Estado debe fijarse objetivos que respondan a los intereses nacionales, que deben primar sobre los internacionales; la defensa de los intereses nacionales, debe prescindir, cuando hay contradicción, de posiciones ideológicas, de fanatismos. Nada ha conseguido ni conseguirá el Ecuador con su apoyo a países cuyas políticas se encuentran
 condenadas por la generalidad de la Comunidad internacional. Me equivoco, sí consigue algo: desprestigio. ¿Quién confiará en un Gobierno que ha apoyado o apoya a los sanguinarios dictadores de Libia y Siria, al programa nuclear de los ayatolás de Irán? ¿No es prueba evidente de desconfianza el que se hayan asociado con México los tres países sudamericanos que comparten con nosotros la costa del Pacífico, Chile, Perú y Colombia dejándonos de lado? ¿No es prueba de rechazo a nuestro sectarismo el que Colombia y Perú se hayan separado de nosotros para alcanzar acuerdos comerciales con Europa? ¿No confirma nuestra inquietud el que, desesperados, nos hayamos presentado ante la Unión Europea a última hora porque se terminan las preferencias arancelarias de este mercado que representa el 30% de nuestras exportaciones no petroleras? ¿No es un desaire el que mientras el Ecuador tiene embajadora  actuante en Estados Unidos, este país no lo tiene en Ecuador? Todos estos errores, y otros, como el de querer terminar con el sistema interamericano de derechos humanos, con la libertad de prensa, pretendemos justificarlos con frases vacías, como aquella de la Patria Grande. Hasta hoy, solo hemos recibido rechazos a nuestras actitudes ¡El país necesita saber cuáles son los objetivos internacionales permanentes del Gobierno!

No hay comentarios:

Publicar un comentario