sábado, 28 de diciembre de 2019

Se pudo evitar la muerte de 8 personas

7 Octubre, 2010
Martin Pallares

Parece que la discusión sobre si lo que ocurrió el jueves 30 de septiembre fue golpe de Estado o no, ha copado todos los niveles de la discusión nacional. Tanto ha llenado la escena política que ahora muy pocos piensan en los 8 muertos de esa fatídica noche.

Debo comenzar reconociendo que yo he sido uno más de los que se ha entregado a esa discusión conceptual y, como tal, quizá sea uno de los responsables de que en el Ecuador de estos no se discuta el tema más importante de todos: si las vidas de esas personas pudieron salvarse o no.

Ocho vidas se extinguieron esa noche y resulta inexplicable e imperdonable que hasta hoy casi nadie haya hablado sobre la necesidad de esclarecer si al menos hubo la posibilidad de evitar sus muertes. Se ha hablado incluso sobre una comisión internacional para que determine si hubo o no golpe de Estado, pero no se ha visto ninguna iniciativa para establecer responsabilidades en las muertes. Quizá lo único ha sido la iniciativa de un fiscal de exhumar los cadáveres para determinar la procedencia de las balas. Pero ¿alguien ha exigido que se investigue cómo se produjo y quienes son, si los hay, los responsables de tantas muertes? O si alguien tuvo en sus manos la posibilidad de evitarlas.

La pregunta aparece inexorablemente cuando se recuerda cómo se produjo el asalto militar al hospital de la Policía. Es evidente, al menos por lo que se vio en TV, que no hubo al más mínimo esfuerzo para disuadir a los policías.

¿Cómo es posible que los militares disparen antes de que haya habido una oportunidad de rendición de los amotinados? De lo que se vio aquella noche, no hubo un solo oficial o funcionario que haya hablado ya sea telefónicamente o con un megáfono con los policías insubordinados. Se dirá seguramente que los policías dispararon primero y que hubo francotiradores, pero siempre queda la duda sobre si era posible lanzar un ultimátum antes de comenzar a disparar.
Los militares hablan de un protocolo para la disuasión que se aplica en estos casos. Ese protocolo tiene algo así como 5 pasos y comienza mencionando la simple presencia de la fuerza y pasa por la negociación antes de concluir en el uso de la fuerza. Esa noche no se vio nada de eso. La verdad no se vio a nadie intentando disuadir a los amotinados ni lanzándoles la advertencia de lo que podría ocurrir si no deponían su amotinamiento.

Otras veces se ha visto el despliegue de tanquetas para intimidar y disuadir. Esta vez las tanquetas solo salieron un día luego del tiroteo y para rodear la Asamblea y las cortes de justicia.

Habrá quienes piensen que la única alternativa era un ataque brutal como el que se vio porque el presidente Rafael Correa esta en el interior y podía ser utilizado como escudo humano. Si ese hubiera sido el caso, igual podían haber convertido a Correa en escudo humano durante el tiroteo. Y nadie lo hizo.
No hay que olvidar que Correa se hallaba custodiado en el hospital, según lo ha dicho él mismo, por personal de GIR, GEO y GOE. Es decir que de alguna manera su integridad estaba custodiada y bien se pudo esperar una rendición pacífica.

¿Por qué entonces no se hizo el intento de que los policías se rindan antes de la balacera? Si en algún momento el país se entretuvo con el tema del supuesto golpe de Estado, ahora es necesario, para que se recupere la decencia nacional, comenzar a preguntarse sobre quién o quiénes pudieron evitar la mortandad.

 

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