martes, 31 de diciembre de 2019

De policía del pensamiento a pesquisa y verdugo del buen humor

Emilio Romero Parducci
Domingo, 9 de Febrero, 2014

En mi análisis que se publicó en EL UNIVERSO del 7 de julio del 2013 sobre la LOCA se concluyó lo siguiente: «Por eso es que –por decir lo mínimo– son totalmente inconstitucionales en su fondo todas las novedades de la nueva Ley Orgánica de Comunicación que de cualquier manera restringieren la libertad de expresión de la que ya gozaban los medios de comunicación social antes de que dicha ley fuera parida y festejada; empezando por la más que arrogante viveza criolla de la Superintendencia de la Información y Comunicación, que se lleva el premio mayor, y terminando con la trampa del famoso "linchamiento mediático" (…). Y mientras esa ley esté vigente, lo que tendremos en el Ecuador, en vez de una Ley de Comunicación, sería un "policía del pensamiento", como diría el genial Bill Watterson, en boca de Calvin».

Pocos meses después, por una caricatura de Bonil publicada en EL UNIVERSO, el flamante superintendente de la Información, gracias al art. 56 de la LOCA, que inconstitucionalmente le permite "investigar" y "sancionar" (lo que necesariamente implica "juzgar") asuntos relacionados con la comunicación, requirió a EL UNIVERSO que le remitiera una copia y el texto de la mencionada caricatura, junto con la información sobre la identidad de Bonil; caricatura, texto e identidad que el superintendente conocía de memoria, por lo que nada tenía que "investigar" al respecto, pero que debía requerir para desempeñar con clase su inconstitucional papel en la investigación que iba a realizar, y para así poder calcar en su requerimiento, mutatis mutandi, los contenidos de los arts. 384, 385 y 386 del vigente Código de Procedimiento Penal, dedicados exclusivamente al procedimiento especial que debe seguir la Fiscalía "para los delitos cometidos mediante los medios de comunicación social"; lo cual –por no ser casualidad– evidencia muchas cosas.

Antes de proseguir, conviene analizar el "texto" de la caricatura (diminuto, como debe ser), que es lo que ha originado la urticaria y la pesquisa, y que dice: "Policía y Fiscalía allanan domicilio de Fernando Villavicencio y se llevan documentación de denuncias de corrupción". Así se podrá apreciar, en primer lugar, que la parte inicial de ese texto no puede ser cuestionada, porque fue un hecho público y notorio; en segundo lugar, que, de acuerdo a ese texto, el objeto del allanamiento fueron unas simples "denuncias", que no eran verdades inapelables ni "pruebas" de corrupción; y, en tercer lugar, que la "corrupción" aludida en el texto en cuestión nunca tuvo dueño, es decir, no tenía por qué ser o estar vinculada con una persona o un funcionario determinado, por lo que dicha alusión no le dio derecho a nadie para "chantarse ese guante" ni, por tanto, para darse por aludido. ¿Quién puede, con esas realidades, sentirse con derecho para acusar o condenar de algo específicamente malicioso a la caricatura investigada?

No obstante, una vez iniciado el procesamiento de la caricatura, resultó que, según un informe presentado por los genios de la investigación iniciada contra Bonil, su caricatura, por una parte, dizque "deslegitima la acción de la autoridad", olvidando que los caricaturistas no están para aplaudir al poder sino para burlarse de él, y, por otra parte, dizque "apoya la agitación social", lo que, además de ser una memez que haría morir de risa a Mafalda, parecería poner en evidencia el sesgo tomado por la investigación hacia la cancha que ya todos conocemos. Por eso, la LOCA, sin dejar de ser la policía del pensamiento, pasó a ser, también, pesquisa del buen humor.

Para apreciar mejor lo antedicho, acudo a la Enciclopedia de la Política, de Rodrigo Borja, que, aunque usted no lo crea, tiene toda una entrada bajo el título de "Caricatura política", a la que su autor, que parece no tener límites en su labor de investigación, le ha dedicado un extenso texto, en el que se destacan los siguientes pasajes, realmente luminosos, que me permito transcribir a continuación y que hablan por sí solos:

«Escribió el profesor español Ignacio Sánchez Cámara en el diario ABC de Madrid que el humor "es hijo del ingenio, atributo de la inteligencia, padre de la ironía y enemigo mortal de la chabacanería y de la maldad". Y agregó: "Hacer reír, en estos tiempos serios, es decir, poco inteligentes, es una de las obras de misericordia".- El ecuatoriano Gerardo Ruiz, en su obra Política en caricaturas (2005), afirmó que los caricaturistas realizan cada día la "obra de misericordia" de enseñarnos –con pocos rasgos y sátira fina– "el lado flaco de la noticia o el lado gordo del personaje político".- El humor político se expresa principalmente en los medios de comunicación de masas a través de caricaturas, viñetas, tiras cómicas, dibujos animados, cómics, en los que brota la sátira respecto de los hechos políticos y sus actores.- (…) Son instrumentos del humorismo político y sirven para difundir mensajes políticos a través del buen humor. Se han convertido en una manera de enjuiciar o comentar los hechos y situaciones políticos en forma ligera y burlona, a través de la comunicación escrita o audiovisual. Pero no por ligeros y burlones esos mensajes son menos efectivos a la hora de criticar a los gobiernos y a los políticos. Una caricatura puede ser más elocuente que torrentes de palabras. Y sus efectos pueden ser demoledores.- (…) La caricatura política es una forma irreverente de mofarse de los personajes poderosos e intocables. Pero, aunque ella generalmente no tiene piedad ni da tregua ni cuartel al enemigo, no siempre entraña agresividad ni es necesariamente negativa».

Además de las enormes verdades centenarias contenidas en los pasajes citados de esa monumental obra de Rodrigo Borja, que parecen escritos para todas las caricaturas de Bonil, lo extraordinario del caso es que todo eso lo escribió un hombre que fue presidente del Ecuador y que, como todos ellos, frecuentemente fue blanco de muchas caricaturas muy poco amables; no obstante lo cual, años después, cuando tuvo la oportunidad de tomar alguna revancha contra ellas, cualquiera que fuere, no solo que expresamente incluyó en su Enciclopedia la entrada referida, que ya fue bastante, sino que dejó pasar esa tentación, sin ni siquiera mencionar en esa obra aquella experiencia personal, con manifiesto derroche de señorío y de grandeza. ¡Vaya ejemplo!

Pero volvamos a la pequeñez del procesamiento de la caricatura en cuestión, para concluir que las tan injustas como indignas "sanciones" impuestas recientemente a Bonil (quien opinó libremente y caricaturizó esa opinión al amparo del numeral 6 del art. 66 de la Constitución) y a EL UNIVERSO (que para no violar el numeral 1 del art. 18 de la misma Constitución permitió la publicación de esa caricatura ajena, sin censurarla previamente), luego del ilegal "juzgamiento" realizado en franca violación al art. 178 de la Constitución y al numeral 3 del art. 76 de la misma, no dejan duda de que la LOCA, además de policía y pesquisa del pensamiento, pasó a ser también verdugo del buen humor; del que nace de la libertad de expresión, a la que el Estado ecuatoriano le debe "respeto irrestricto", según el art. 384 de esa misma Constitución.

¿Qué sigue?

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