2 Marzo 2011
Marlon Puertas
No, qué va. Eres democrático, pluralista, tolerante. Te comes todita la sopa. Eres buen chico. Tienes arranques de mal genio, y tu hígado a veces te desobedece y agarra curvas tan cerradas que ponen a bailar al resto de tu contenido interno. Queda como un hígado revirado, pero no es cierto que a eso se deban tus enfados. Tu coraje se justifica porque este es un país de última y tú eres un líder de primera. En algo falló tu destino.
No sos fascista. Todo lo contrario. Eres justo. Por eso no hay presos políticos en el Ecuador, y los que dicen eso son unos canallas cobardes que no asumen las consecuencias de sus actos. Sí, es cierto, alguien propuso darte cianuro. Pero te recomiendo que olvides el tema, porque la misión de identificar a los sospechosos puede generarte desagradables sorpresas y mayúsculos resultados, que mejor vale evitar. Lo tuyo es gobernar y hacerlo bien, como lo estás haciendo. Ahí tenemos los excelentes resultados en los hospitales públicos, recipiente de millonarios recursos que nunca antes se gastaron en toda nuestra historia. Otra verdad inmensa. Lo de los muertos recién nacidos no es culpa de tu gestión ni de tus subalternos. Es culpa de nuestra propia gente, desnutrida, mal alimentada, con pésimos hábitos y, además, pobre, que no tuvo la plata para parir como Dios manda. Es culpa de ellos, qué duda cabe.
No sos fascista. Eres respetuoso. Las palabras fuertes que salen de tu boca tienen aquel propósito que solo los elegidos entienden: que la gente acepte su mediocridad y enmiende. Que aunque sea por ese orgullo íntimo que ya pocos guardan, emprendan un cambio en su vida. Qué noble que eres. Con unos 10 líderes como tú en el mundo, las cosas serían distintas. Es una pena, un desperdicio, que los árabes vayan en contravía, peor para ellos. Pero aquí necesitamos esa larga etapa de estabilidad que demandan los cambios profundos. El estilo no importa, los resultados son los que cuentan. Si hay uno que otro que rechaza tus calificativos o reclama respeto, no repares en ellos. Sería sumirte en su mediocridad, para lo que no estás llamado. Sigue adelante y no cambies.
No sos fascista, te haces respetar. La gente debe entender que tú mandas y que tu autoridad no puede ser mancillada por cualquier zángano callejero o periodista de cafetín. El poder también demanda distancias con los mortales, no cualquiera puede estar cerca de él. Y ojo con los que están al lado tuyo. No todos pueden ser como tú. Deben ser buenos pero nunca asomarse a tu nivel de excelencia. Eso garantiza tu largo reinado.
No sos fascista, eres un buen padre. Te estoy viendo ahorita por televisión declarar la emergencia en nuestro país por el terrible terremoto en el Japón, y fuiste el primero en hacerlo en nuestra región. En seguida salieron los malvados a decir que todo es una exageración, que el estado de excepción se vincula con la época de campaña para la consulta y largos etcéteras que no vienen al caso. Y, además, responsable, porque ni la emergencia te impide cumplir compromisos, como la fiesta de la Unasur en Quito.
Vos no sos fascista. Y yo no soy sincero.
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