viernes, 27 de diciembre de 2019

La moral devaluada

26/Julio/2011

Por: Felipe Burbano de Lara


Lo que me sorprende del juicio en contra de El Universo es el camino seguido por el presidente de la República para restablecer su moral y su honor afectados por el escrito de un editorialista. El camino ha sido la desproporcionalidad del poder, mostrada en el gesto insólito de exigir $80 millones como indemnización. Una moral que se cotiza para restablecerse es una moral mercantilizada, convertida en valor de cambio, sin mucho sentido del honor y la dignidad reclamadas

El juicio muestra hasta qué punto la moral de Correa se ha convertido en un instrumento para el ejercicio del poder ligado a su concepto de autoridad y respeto. Se trata de una moral politizada alrededor de su obsesión por encontrar obediencia y subordinación a la figura del presidente. Si el objetivo en contra de Palacio habría sido restablecer su moral, el camino pudo ser otro: evidenciar ante la opinión pública, con todos los recursos que posee, la injusticia, la gravedad, el exceso y hasta la desproporción si se quiere de lo afirmado por el editorialista, para de ese modo generar una reacción de solidaridad alrededor suyo. Pero como el objetivo no es la defensa de su moral sino la exaltación autoritaria de su figura, siguió el camino del ejercicio desproporcionado del poder. Aspiraba a que El Universo se disculpara, se volviera humilde, obediente y sumiso a su figura. Como no encontró lo exigido, vino el despliegue burdo de su poder.

Tampoco es Correa la persona más calificada para dar lecciones de respeto moral hacia las personas. Cómo habría de serlo quien usa la descalificación moral como principal arma de ataque cuando no encuentra obediencia absoluta a su voluntad omnímoda. ¿Por qué los críticos deben aguantar los insultos de las sabatinas? ¿Por qué deben aceptar calificativos como mafiosos, mediocres, intelectualoides, peluconcitos, enanos? ¿Qué derecho tiene a degradar moralmente a sus adversarios? El sábado último festejó con este dardo punzante y vengativo su triunfo: "La diferencia es que no solo se sanciona a los payasitos, sino al dueño del circo, es un cambio histórico en el país". Su adversario convertido en un vulgar peón sin valor alguno frente a sus patrones.

Tanta obsesión con la moral revela a un Correa atrapado en el pantanoso campo de los reconocimientos y exclusiones sociales donde se dirimen los aprecios y desprecios. Su propia condición moral, humana, aflora en cada uno de esos insultos; no solo van dirigidos contra sus adversarios, sino contra él mismo. Quien hace del insulto y la descalificación moral su principal arma de lucha política no puede esperar respeto y consideración. Un desgarramiento social se proyecta como obsesión autoritaria con el poder. Si pudiera callarnos a todos, como castigo por no rendirnos a su autoridad, lo haría. Ironía y descaro del poder: el gran descalificador convertido en el poder moralizante del Ecuador.




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