Jorge Vivanco Mendieta
Poco a poco las circunstancias negativas han ido sobreviniendo sobre el Ecuador para arrastrarnos a un caos legal que nadie puede prever adónde llegará. Comenzando por la propia Asamblea Constituyente que, al poner en vigencia a la Constitución de 1998 "en lo que no se oponga a los fines del cambio", declaró un Estado de hecho, por no decir a una dictadura, en la que nos hemos venido debatiendo con el telón de fondo de los discursos oficiales insistiendo en el respeto absoluto a la Constitución y leyes, en una actitud completamente falsa.
A esto se suman las actitudes de la mentada Constituyente, que en el ejercicio de los llamados poderes plenos, se fue desbarrancando fuera de la ley según convenga a los fines de la política gubernamental "blindada" por el buró que, instalado en el palacio de Carondelet, extiende sus largos brazos hacia Montecristi y a todo lugar del país en que se creyó necesario tomar decisiones muy discutibles.
En este ambiente culminaron las sesiones de la Asamblea, en lo que podríamos llamar la noche triste para nuestra democracia, con lo cual terminaba un plan al parecer meditado para producir la congestión más increíble mientras se aprobaban las últimas normas del proyecto de constitución que será puesto a consideración del pueblo el próximo 28 de este mes.
Esa noche fue una orgía de papeles, de correcciones, de contracorrecciones, de discusiones, hasta que el resultado fue el actual proyecto, constituido en motivo de gran discordia, bajo punzantes sospechas de falsificaciones y de falsedades, que nos están llevando por primera vez en la historia democrática del país, a la increíble situación de votar por un documento reputado falso, para un buen rector de la ciudadanía y que se asegura no se discutió ni se aprobó en la Asamblea Constituyente, sino que fue elaborado por manos bien conocidas.
Las pruebas abundan atrozmente: testimonios orales de asambleístas, entre ellos pertenecientes al propio partido de Gobierno, que se alarmaron por esas falsedades; testimonios del propio Presidente de la República quien expresó que hay "barbaridades" en ese proyecto, errores de concepto que serían "en el futuro" corregidos, a sabiendas de que eso no se puede; el testimonio que puede dar medio Ecuador, que vio la escena increíble en que, en un cuarto llamado "sala de partos", se sustituían las normas aprobadas bajo la dirección maestra de personajes identificados por el pueblo.
Pero sobre todo las pruebas que el ex asambleísta León Roldós ha venido reuniendo y que deben ser juzgadas por un magistrado patriota y veraz. Son decenas y decenas no solo de falsificaciones, sino de falsedades, que están a la vista de todos; se trata de un documento que no fue el que aprobó la mayoría de los constituyentes. Con ese documento se ha convocado al pueblo ecuatoriano a que se pronuncie; eso sería la peor ofensa que se haga a la democracia ecuatoriana en la historia; una burla completa al sistema que tanto dicen defender, y esto traerá inevitablemente un caos al cual se nos está arrastrando evidentemente.
¿Qué se pretende hacer? El sistema en marcha no lleva a ninguna parte más que a un estado de rebelión de la dignidad ciudadana o al establecimiento de una franca dictadura, pues como dije en líneas anteriores, no podemos afirmar que vivimos un Estado de derecho; no hay respeto a la ley; se la viola con una sonrisa en los labios y luego se canoniza a las violaciones como es el caso de la intervención del Presidente de la República en la campaña por el Sí en el referéndum. Sostiene un principio insostenible, el de que es su deber hacer una campaña por el Sí para de esta forma cumplir su compromiso ante el pueblo, mientras desde el Tribunal Supremo Electoral se arma la trampa para que los otros partidos políticos, no puedan prácticamente hacer ninguna campaña, amén, desde luego, de que esos partidos están como avergonzados y atontados.
Esta forma sutil de fraude electoral dirigida por una cabeza maquiavélica y experimentada que toma decisiones increíbles con una sonrisa en los labios, sin que haya quien les salga al frente en defensa de la verdad.
A esto se suman las actitudes de la mentada Constituyente, que en el ejercicio de los llamados poderes plenos, se fue desbarrancando fuera de la ley según convenga a los fines de la política gubernamental "blindada" por el buró que, instalado en el palacio de Carondelet, extiende sus largos brazos hacia Montecristi y a todo lugar del país en que se creyó necesario tomar decisiones muy discutibles.
En este ambiente culminaron las sesiones de la Asamblea, en lo que podríamos llamar la noche triste para nuestra democracia, con lo cual terminaba un plan al parecer meditado para producir la congestión más increíble mientras se aprobaban las últimas normas del proyecto de constitución que será puesto a consideración del pueblo el próximo 28 de este mes.
Esa noche fue una orgía de papeles, de correcciones, de contracorrecciones, de discusiones, hasta que el resultado fue el actual proyecto, constituido en motivo de gran discordia, bajo punzantes sospechas de falsificaciones y de falsedades, que nos están llevando por primera vez en la historia democrática del país, a la increíble situación de votar por un documento reputado falso, para un buen rector de la ciudadanía y que se asegura no se discutió ni se aprobó en la Asamblea Constituyente, sino que fue elaborado por manos bien conocidas.
Las pruebas abundan atrozmente: testimonios orales de asambleístas, entre ellos pertenecientes al propio partido de Gobierno, que se alarmaron por esas falsedades; testimonios del propio Presidente de la República quien expresó que hay "barbaridades" en ese proyecto, errores de concepto que serían "en el futuro" corregidos, a sabiendas de que eso no se puede; el testimonio que puede dar medio Ecuador, que vio la escena increíble en que, en un cuarto llamado "sala de partos", se sustituían las normas aprobadas bajo la dirección maestra de personajes identificados por el pueblo.
Pero sobre todo las pruebas que el ex asambleísta León Roldós ha venido reuniendo y que deben ser juzgadas por un magistrado patriota y veraz. Son decenas y decenas no solo de falsificaciones, sino de falsedades, que están a la vista de todos; se trata de un documento que no fue el que aprobó la mayoría de los constituyentes. Con ese documento se ha convocado al pueblo ecuatoriano a que se pronuncie; eso sería la peor ofensa que se haga a la democracia ecuatoriana en la historia; una burla completa al sistema que tanto dicen defender, y esto traerá inevitablemente un caos al cual se nos está arrastrando evidentemente.
¿Qué se pretende hacer? El sistema en marcha no lleva a ninguna parte más que a un estado de rebelión de la dignidad ciudadana o al establecimiento de una franca dictadura, pues como dije en líneas anteriores, no podemos afirmar que vivimos un Estado de derecho; no hay respeto a la ley; se la viola con una sonrisa en los labios y luego se canoniza a las violaciones como es el caso de la intervención del Presidente de la República en la campaña por el Sí en el referéndum. Sostiene un principio insostenible, el de que es su deber hacer una campaña por el Sí para de esta forma cumplir su compromiso ante el pueblo, mientras desde el Tribunal Supremo Electoral se arma la trampa para que los otros partidos políticos, no puedan prácticamente hacer ninguna campaña, amén, desde luego, de que esos partidos están como avergonzados y atontados.
Esta forma sutil de fraude electoral dirigida por una cabeza maquiavélica y experimentada que toma decisiones increíbles con una sonrisa en los labios, sin que haya quien les salga al frente en defensa de la verdad.
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