jueves, 26 de diciembre de 2019

El veneno de la mayoría

12/29/2008
Por Fabián Corral B.

La búsqueda de "mayorías" se ha transformado en el veneno de la democracia y en la tragedia de las repúblicas.

La mayoría electoral y parlamentaria, de razonable aspiración para configurar la "voluntad general" que alguna vez fue, ahora es una loca y desbordada obsesión, es la angustia a la que se sacrifica todo, la desesperación a la que se subordinan los valores, la meta que hay que alcanzar como fuese, a cuyo servicio hay que acomodar doctrinas, ética, derecho y justicia. Es la nueva "razón de Estado".

La "democracia" del Ecuador -tanto en los tiempos del dominio partidista, como ahora-, se reduce a una pobre y enfermiza carrera por obtener mayorías, mantener votos y sintonizar con todo capricho, por disparatado que sea.

Los caprichos, con frecuencia disfrazados de "demandas sociales", se descubren con el recurso de los sondeos, o se suscitan con la manipulación de la propaganda.

Y por supuesto, articulan con el adulo al pueblo, porque de ese pueblo, desinformado, voluble y proclive al aplauso irreflexivo, se obtiene, al menos formalmente, la licencia para gobernar, es decir, el visto bueno para dominar.

La obsesión por la mayoría termina, casi siempre, en la más pura y mediocre demagogia. La legislación del país está plagada de ejemplos de semejante práctica.

La historia trae a la memoria episodios de rampante vulgaridad con la que se buscaba la simpatía de los electores o el perdón de las masas. El más fresco
ejemplo de esa demagogia es la reforma a la Ley de Tránsito para legalizar la masiva incursión de vendedores ambulantes a los buses de transporte público.

La razón para legislar así no es la protección de los pobres, ni la afirmación del derecho al trabajo. Es el puro interés de asegurarse votos en las próximas elecciones, es la "enfermedad de la popularidad", bajo cuya lógica sucumbe el interés público y se promueven en los más solemnes disparates.

El veneno de la mayoría, la angustia de popularidad, está en la base de los "gobiernos del sondeo", es el aire viciado de las repúblicas de cartón y es su perdición.

El supuesto del que parten los fundamentalistas de esta "neo democracia" es que el pueblo tiene siempre la razón, que lo popular es bueno, ético, conveniente.
Pero la verdad es que no es siempre así. Al contrario, la historia del Ecuador es el más ilustrativo ejemplo de un pueblo equivocado, desinformado, engañado. Es el ejemplo más evidente de que no siempre  todo lo popular es bueno.

Próximamente veremos cómo la crisis hará que se adopten medidas impopulares pero necesarias (neoliberales se llaman en el argot de moda), si se quiere obrar con la responsabilidad que impone el grave hecho de gobernar, porque la verdad es que gobernantes y legisladores están para tomar decisiones realistas, y no para adelantar una eterna y abrumadora campaña electoral.



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