domingo, 13 de septiembre de 2015

Remesón en Shangri-La / Walter Spurrier Baquerizo: La serenidad del valle idílico del conocimiento que erige el Gobierno en Imbabura sufre un remezón telúrico digno de los Himalayas, con las revelaciones del rector, un investigador español de impresionante currículo, que fuera sumariamente despedido, indica, por oponerse a lo que el estimaba dispendio y decisiones equivocadas

Yachay es dos cosas, interconectadas. Una universidad y una ciudad, ambas del conocimiento. Su presupuesto para 2014 fue de USD 117 millones, cuando se inició con 172 alumnos de primer año y 243 de nivelación. Es un sueño de las mil y una noches de un emir petrolero. Con un petróleo que bordea los USD 45 y un descomunal déficit fiscal, es hora de despertar. El Código de la Producción crea la figura de ZEDE, zona especial de desarrollo, que muchos países adoptan para concentrar industrias de punta o exportación, dotándolas de infraestructura de primer mundo y otorgando generosos beneficios tributarios. Pero el Gobierno sólo ha creado dos, ambas para utopías: Yachay y la Refinería del Pacífico. Se tendrían mejores resultados si se hubiera optado por colaborar con la academia: dotar de fondos a dos prestigiosas universidades públicas del área tecnológica, ESPOL y ESPE, para que den un salto en calidad. Crear dos ciudades del conocimiento, cada una cerca de una gran urbe, una para las empresas que prioricen la conectividad con abastecedores y mercados externos, y por lo tanto junto a un puerto, y otra que requiera el clima templado, seco y no corrosivo de un valle interandino. El Comercio, Año 110 N° 40901 4 ago. 2015, p. 10 09. COMERCIO

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