domingo, 13 de septiembre de 2015

Pensar dos veces

Washington Herrera/Cuando un gobernante toma decisiones importantes que impactan y afectan al comportamiento de una sociedad, debe pensar dos veces. Esto a propósito de la intención del gobierno ecuatoriano de dictar leyes urgentes que conllevan efectos indirectos y desencadenantes de consecuencias entrelazadas, a más de la afectación directa al patrimonio para redistribuir el capital, sin prever que, terrenalmente, "quienes tienen mucho nunca se olvidan de defender sus intereses". Ni el momento político que vive el país es propicio para pensar en un impuesto al patrimonio ni están dadas las condiciones para embarcarse en un debate abstracto e inútil -que más bien aumentará la incertidumbre y el nerviosismo económico- cuando lo que se precisa son acciones pragmáticas para contrarrestar las tendencias desequilibrantes de la macroeconomía ecuatoriana. Como dijimos hace 15 días, en esta coyuntura, pragmáticamente, solo hay que legislar para combatir eficazmente la evasión tributaria de los herederos de cuantiosas fortunas y dejar en paz al resto de la población. Y en cuanto al impuesto a la plusvalía que se paga solo cuando hay una compraventa, es mejor obligar a que se aplique el concepto de la contribución anual por mejoras por parte de los gobiernos seccionales. EN: El Comercio, Año 110 N° 40859 (23 jun. 2015), p. 10 ¿Que tipo de sociedad? Walter Spurrier/ El Presidente plantea un diálogo a sectores políticos, económicos y sociales de "buena fe" para determinar qué tipo de sociedad queremos, dentro del marco de equidad y justicia. El diálogo duraría tres meses, y luego se reactivarían los proyectos confiscatorios de plusvalía y herencias. Hay aspectos del diálogo que no pronostican nada bueno. Las autoridades segregarán a los sectores entre los de buena y mala fe: los dados están cargados a su favor. El diálogo tendrá lugar a la sombra de la espada de Damocles de los impuestos confiscatorios, cuyo efecto sería el fin de la acumulación de riqueza por los ecuatorianos. Eso no es diálogo. Querer confiscar el fruto de los que se esfuerzan es inducir a los ecuatorianos a no ahorrar, a que trabajemos menos, y a esperar que nos llegue nuestra cuota de la riqueza que el Estado confisca a los que acumulan patrimonio. Esto es receta para el estancamiento económico. Ese, en el fondo, es el problema de Cuba. En el diálogo propuesto, ¿se admitirán estos planteamientos? EN: El Comercio, Año 110 N° 40859 (23 jun. 2015, p. 10 COMENTARIOS EDITORIALES-IMPUESTOS SOBRE BIENES

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