sábado, 2 de marzo de 2013
PARROQUIALISMO / Rosales, Francisco
El Ecuador no es el centro del mundo político ni menos financiero, sorprende la resolución del Servicio de Rentas Internas (SRI) publicada en el Registro Oficial el pasado 31 de octubre, en virtud de la cual, las compañías que operen en el Ecuador están obligadas a informar al SRI sobre la identidad de sus accionistas y, si estos son otras sociedades, a su vez de los accionistas de estas y así sucesivamente en una cadena sin fin, hasta llegar a la persona física que resulte ser accionista del accionista del accionista del accionista. La primera condición que se exige en una ley o norma inferior de efecto equivalente es que tenga la posibilidad de ser cumplida; porque, por un lado, a nadie se le puede exigir lo imposible y, por otro, las leyes pierden su respetabilidad cuando quedan en letra muerta. Es decir, según la antigua expresión española, "se acatan pero no se cumplen". Al gerente de la empresa local que cuenta entre sus accionistas a sociedades extranjeras cuyos accionistas, a su vez, son otras sociedades, fondos de pensión, bancos de inversión y otros instrumentos estructurados de utilización generalizada en el mundo financiero internacional, le será vergonzoso explicar que el organismo recaudador de impuestos ecuatoriano exige que se proporcione el nombre y la dirección precisa de las personas naturales que controlan más del 50 por ciento del capital de las sociedades que cotizan en bolsa. Y recibirá como respuesta que es imposible hacerlo por la dinamia y estructura de las transacciones; y que, además, los ciudadanos que participan como inversionistas finales en esa compleja estructura societaria no tienen por qué dar la información que pide la agencia de impuestos del Ecuador. Entonces, por buena intención y ánimo que tenga el gerente de la empresa ecuatoriana, le será imposible cumplir con el requerimiento del SRI y quedará su empresa sujeta a sanciones tan graves como prohibirle la emisión de facturas, multas cuantiosas y hasta su clausura, con todo el descalabro que ello significa. Hoy, 19 dic. 2011, p. 4
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