sábado, 16 de febrero de 2013

RENUNCIADOS / Rosales, Benjamín

Con el aparente fin de depurar a instituciones estatales de malos elementos, el Gobierno ha inventado la denominación de "renuncias voluntarias", las que siendo en realidad obligatorias, equivalen al despido intempestivo. En cualquier empresa, además de un exigente proceso de selección, es necesario controlar el trabajo de los colaboradores, si se quiere producir bienes o servicios de calidad. Hay personas que son responsables por naturaleza, pero hay otros que no. Lo comprobamos a diario cuando demandamos un servicio de una institución, ya sea esta pública o privada. Si le damos al Gobierno el beneficio de la duda, es decir, que las "renuncias" han sido exigidas a malos elementos incrustados en el sector público, y no para crear espacios para llenarlos con sus partidarios, estarían moralmente justificadas. Pero no deja de ser un procedimiento inapropiado, irregular, en el que sin duda se ha cometido injusticias, y que debe sustituirse con sistemas permanentes de evaluación de personal. El Comercio, 5 dic. 2011, p. 12

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