sábado, 16 de febrero de 2013

EL BANCO CENTRAL EUROPEO JUGANDO POQUER / Cueva, Simón

Los países europeos siguen enfrentando una creciente presión de los mercados. Ya no solo Grecia, Italia o España tienen que aceptar tasas de interés cada vez más altas para que les presten plata. Francia ve cada vez más cercana la posibilidad que la calificación triple A de su deuda pública sea degradada. Incluso Alemania ha empezado a tener mayores dificultades para colocar bonos públicos. En contraste, el Reino Unido -que no forma parte de los países que adoptaron el euro como moneda- sigue pudiendo pagar tasas de interés bajas para su deuda, pese a problemáticos indicadores económicos o fiscales, en algunos casos peores que los de Francia o Alemania. La razón es que el Banco Central de Inglaterra ha sido mucho más activo comprando deuda pública inglesa y puede, de ser necesario, prestar mucha plata al Estado británico, ya que puede emitir su propia moneda en cantidades ilimitadas. Algo parecido ha pasado con los bancos centrales de los EEUU o Suiza, facilitando mucha liquidez y ayudando a que las tasas de interés permanezcan bajas en esos países. ¿Por qué el Banco Central Europeo (BCE) no hace lo mismo, compra masivamente deuda pública o presta plata a Estados con problemas dentro de la Zona Euro? En realidad, sí lo ha hecho, pero en magnitudes aún limitadas, porque el propio BCE tiene muchas dudas al respecto. Dudas legales, ya que, al ser un banco central para 17 países, independiente y con un objetivo único de control de la inflación, no está claro de si puede prestar plata fácilmente. Dudas técnicas, ya que inyectar demasiada liquidez puede ser una solución pasajera que dispare la inflación si no se combina con esfuerzos reales para reducir los desequilibrios de los distintos países. Dudas políticas sobre todo, ya que el BCE enfrenta el dilema de un jugador de póquer, que tiene unas cartas no muy buenas pero que sabe que, si se muestra muy seguro y apuesta mucho, puede convencer a los otros jugadores de que le sigan el juego y ganar, pero sabe también que, si no le creen su apuesta, puede perder mucho. Hoy, 25 nov. 2011, p. 4

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