sábado, 13 de abril de 2013

LOS BANCOS TAMBIÉN PUEDEN CERRAR / Vallejo, Andrés

Las instituciones financieras, especialmente los bancos, viven de la confianza del público. Cuando se concentra el crédito en pocas manos, cuando se lo concede a personas y entidades relacionadas entre sí, cuando las normas de prudencia se ignoran en beneficio de unos pocos, y peor aún, cuando los beneficiados con esas acciones tienen relación con los propietarios o administradores de un banco, se afectará irremediablemente a la institución financiera. Los problemas que ocasiona un banco en dificultades no se refieren solamente a sus propietarios. Afecta a los depositantes que, en la mayoría de los casos, son víctimas inocentes de los malos manejos o de la imprudencia que siempre benefició a alguien. Afectan a la economía en general y pueden causar problemas al sistema financiero en su conjunto. Y de ahí se deriva la creencia de que los bancos no pueden quebrar, que no deben cerrar sus puertas. Los bancos también pueden cerrar. El evitarlo a cualquier costo no es, necesariamente, lo mejor para el sistema y menos aún para la sociedad. Los accionistas y administradores de los bancos deben saber que también pueden quebrar o liquidarse y asumir la responsabilidad consecuente si no actúan de acuerdo con la ley y las normas de prudencia elemental y ética que deben observar. Este artículo fue publicado el 16 de agosto de 1994, cuando se discutían reformas legales que contemplaron posibilidades de auxilio financiero y acciones de salvataje, que terminaron en la crisis que en 1999 asoló la economía nacional. Fue el instrumento con que se afrontó, en su tiempo, la situación de varios bancos: Continental, Préstamos, La Previsora, Filanbanco, Progreso, a costa del Estado. Vale la pena recordarlo, cuando se liquida el Banco Territorial por las mismas razones: el banco al servicio de los negocios de sus dueños. Hoy, 9 abr. 2013, p. 4

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