sábado, 6 de abril de 2013

LO VISIBLE Y LO INVISIBLE / Pozo, Mauricio

La abundancia de fondos como resultado de los altos precios del petróleo en los últimos seis años ha permitido que el Gobierno entre en una carrera sin freno para usar esos recursos en gastos de toda naturaleza, pero en especial en aquellos que prometían un importante rédito político y electoral. El crecimiento de los subsidios supera los $5000 millones al año, cifra que supera el 7 por ciento del PIB, porcentaje extremadamente elevado para cualquier país del orbe, más aún en aquellas naciones que a diario publicitan la reducción de la pobreza. No caben demasiados tecnicismos para explicar esto, pues si tanta mejoría tendríamos no habría necesidad de mantener y hasta crecer los subsidios. Si a esto se suma una infraestructura vial importante, un aumento de los servidores públicos en más de 125 000 personas en los últimos años, la afluencia de ingentes volúmenes de liquidez monetaria proveniente del dispendio fiscal, pues es obvio el sentir ciudadano de bienestar, abundancia y opulencia. Muy difícil para el ciudadano de a pie criticar al Gobierno y decirle que está manejando mal la economía si precisamente siente lo opuesto en el día a día. Inclusive, muy complicado para muchos analistas de temas económicos hacer creíble los errores de la política económica y los riesgos para la estabilidad económica del país continuar con el manejo en la forma como se lo ha hecho. Precisamente esa sensación de abundancia y bienestar es lo perverso y peligroso, pues la gente no siente el problema. El Gobierno ecuatoriano optó por una política económica en la vía más fácil y electoralmente rentable aunque equivocada y riesgosa. El tiempo dará la razón a quien la tenga. No hay derecha ni izquierda, ni neoliberales ni estructuralistas, hay solo dos formas de manejar la economía: bien o mal. Hoy, 11 mar. 2013, p. 4

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