martes, 30 de abril de 2013

EL BUEN SUBSIDIO / Oleas, Sebastián

En Estados Unidos, sin embargo, la temporada de impuestos suele ser motivo de alegría para un grupo especial de contribuyentes: los de ingresos bajos a medios que trabajaron durante el año y tienen hijos dependientes. Si la persona califica, puede beneficiarse del crédito tributario al impuesto ganado (CTIG, traducción libre del autor). El CTIG es un impuesto negativo (subsidio) que lo reciben cerca de 30 millones de personas por un monto de $60 mil millones. Es de los pocos programas de subsidios que encaja bien tanto entre los economistas de derecha como los de izquierda, ya que, a diferencia de las transferencias en especie (salud, educación, alimentos, bonos, etc.), les da incentivos a los beneficiarios para que trabajen y mejoren sus ingresos. Es decir incentivos para que salgan de la pobreza. El mecanismo es simple: si es que el crédito excede a los impuestos que las personas deben, las personas reciben una transferencia de efectivo que puede ser equivalente hasta un tercio de lo que la persona ganó en el año. El origen de esta transferencia de ricos a pobres es inesperado y poco probable: Milton Friedman, el adalid del libre mercado. Friedman siempre sostuvo que para reducir la pobreza los gobiernos no deberían diseñar programas asistenciales que hagan transferencias en especie a sus ciudadanos, sino que deberían transferirles dinero para que las personas decidieran gastarlo en lo que consideraran importante y que les satisficiera. Claro que no todo es felicidad con el CTIG: no todos califican, aunque algunos califiquen no lo reciben, personas que no deberían calificar pero que de todas formas lo reciben, etc. El punto inicial del CTIG, sin embargo, es que las personas puedan encontrar un empleo que les genere ingreso, algo que puede resultar difícil. A pesar de esto, este es un programa que provee buenos incentivos para trabajar y salir de la pobreza. Diario de Negocios, 19 abr. 2013, p. 2

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