martes, 1 de enero de 2013

EL PUENTE / Rosales, Francisco

Es justificado el entusiasmo de los habitantes de Bahía y San Vicente por el puente que les une, satisfaciendo así anhelos de más de 50 años. El gobierno de Correa ha culminado con éxito una obra que hasta hace poco parecía un sueño. Bien por ello. Con $ 110 millones, ha sido posible satisfacer una gran necesidad de las muchas, algunas más urgentes, que tiene el país. De allí que vale apuntar lo que podría hacerse con un gasto público ordenado y que responda a verdaderas prioridades nacionales. Solamente los subsidios para el presupuesto de 2011 valdrán US$ 5.400 millones, es decir, se podrían construir 50 puentes similares al de Bahía-San Vicente. Resulta obsceno destinar tan enormes recursos a favorecer a los sectores sociales que no los necesitan, en perjuicio del desarrollo nacional y de los sectores de más bajos ingresos. Una obra de evidente interés nacional que transformaría la relación entre Costa y Sierra, sería una autopista de primer orden que una Quito y Guayaquil. Sería, guardando las distancias, casi tan importante como el ferrocarril de Alfaro. Permitiría el traslado entre una y otra ciudad en no más de tres horas para vehículos livianos y cinco horas para transporte pesado. Y sus costos, aunque elevados, serían perfectamente asumibles eliminando solamente los subsidios a los combustibles, incluido el gas de uso doméstico. A los hogares más pobres, que verdaderamente requieren del subsidio, se les compensaría por otras vías. Con el esquema actual, al menos US$ 3 000 millones al año se convierten literalmente en humo, mientras que una obra como la autopista Quito-Guayaquil significaría un aporte sin parangón a la integración de las regiones, dinamizaría la lenta economía y crearía empleo para miles de compatriotas.. Hoy, 15 nov. 2010, p. 4

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