martes, 1 de enero de 2013

BIENVENIDOS A CASA / Pachano, Abelardo

Con este eslogan se buscó el retorno de los emigrantes. Se sabe que pasan del millón aunque nadie tiene una cifra cierta. Podrían ser más. Lo cierto es que se quería romper este proceso demográfico cuyos antecedentes históricos en el mundo demuestran ser irreversibles. Sin embargo, el Gobierno creía en su capacidad para cambiar la historia y la forma de hacerlo era mediante un sistema atractivo de incentivos cuya configuración es o era, pues no se sabe si están o no vigentes, muy similares a los que años atrás se establecieron para los estudiantes y sus familias que regresaban después de un período de dos años de estudios ininterrumpidos en el exterior. O los otorgados a los diplomáticos cuando concluían una misión internacional. En resumen, estos incentivos siempre se han referido a liberaciones de impuestos de los menajes de casa y vehículo adquiridos mientras viven afuera. Los resultados del Plan Retorno están a la vista. Son tres años de ejecución y se acerca el cuarto. Los datos disponibles indican una aceptación de no más de 5 000 compatriotas a pesar de las serias limitaciones de trabajo existentes en las economías maduras (España es un ejemplo extremo y doloroso) y el alto porcentaje de desocupación en las labores básicas o primarias encargadas a estas personas. Prefieren quedarse en donde están a volver a un país cuyas condiciones de empleo siguen deprimidas y la política económica no logra desenredar las complejidades creadas para recuperar la confianza de los inversionistas. En resumen el modelo no ofrece las oportunidades de bienestar que se creía. Los planes mal hechos llevan a buscar excusas sin asumir responsabilidades. El Comercio, 12 nov. 2010, p. 12

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