sábado, 14 de julio de 2012

NI ORO NEGRO, NI ORO VERDE / Tobar, Bernardo

Con ciertas variaciones, los bienes y servicios que circulan globalmente generan mucha riqueza para quienes controlan la tecnología y el conocimiento, alguna para quienes aportan algún valor agregado y poca para los demás. Esta discusión luce pertinente frente a la frustrada iniciativa Yasuní-ITT, herida mortalmente por declaraciones oficiales. Al margen de la consideración ambiental, la iniciativa habría tenido un poderoso efecto cultural en el cambio del paradigma si, concomitantemente, el país hubiera adelantado un proceso interno -este sí, revolucionario- que nos llevara a pensarnos capaces de innovar y generar tecnología simultáneamente a la reducción de la dependencia mental -más que económica- del petróleo, que alimenta una engañosa sensación de riqueza y termina sirviendo de combustible para un irrefrenable crecimiento de la burocracia y del intervencionismo estatal. Tanto es así que, salvo Noruega, no hay país petrolero que haya salido del subdesarrollo, y la confirmación más evidente es la cercana Venezuela, cuyo descalabro social, económico e institucional ocurre no obstante de tratarse de uno de los países más ricos en este recurso y, precisamente, durante la época de más altos precios en la historia. En el fondo, el oro verde de la izquierda dura y el oro negro de la izquierda oficial no logran desenredarse porque están atados en dos extremos: poner al Estado en el centro y la confianza en los regalos de la naturaleza, conceptos incompatibles con el potencial innovador de la persona libre. Hoy, 13 ene. 2010, p. 4

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