sábado, 14 de julio de 2012

EL FANTASMA / Hidalgo, José

El lunes pasado entró en vigencia en Venezuela el nuevo tipo de cambio decretado por el Gobierno de Hugo Chávez. Las consecuencias de esta decisión serán muy graves para los venezolanos. Los precios de los productos importados (y más tarde de los demás bienes y servicios) se dispararán, provocando que la capacidad adquisitiva de los salarios se licue. Además, las personas que tenían sus ahorros en bolívares perdieron, de un día para otro, la mitad de sus reservas expresadas en dólares. Todo esto en medio de la inseguridad y de la escasez de agua y electricidad que sufre Venezuela. Sin embargo, no todos han salido perdiendo con la devaluación, pues a partir del lunes, por cada barril de petróleo exportado, el Gobierno de Venezuela recibe el doble de bolívares que antes. De este modo, y con miras a las elecciones legislativas que se celebrarán en septiembre, Chávez podrá sostener o incrementar el abultado gasto público con el que pretende mantener embobada a la población. Mirando lo que Hugo Chávez, por quien nuestro Presidente siente tanta admiración, ha sido capaz de hacer, uno agradece que nuestro Gobierno no pueda determinar el tipo de cambio del dólar o imprimir billetes. Por eso, cuando uno escucha a Correa (que se ha mostrado tan poco prudente en el manejo de las finanzas públicas en estos tres primeros años de administración) despotricar contra la dolarización, e imagina lo que él haría con una moneda propia, es imposible no sentir un escalofrío de pies a cabeza, como si hubiéramos visto un fantasma. Un espeluznante fantasma que realmente no queremos volver a ver. La Hora, 18 ene. 2010, p. A. 6

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