domingo, 16 de septiembre de 2012

¿Y ASÍ QUEREMOS SER MEJORES? / Oleas, Sebastián

La Ley de Hidrocarburos fue finalmente aprobada de la peor forma posible. Para variar, el Ejecutivo que, en lo que va de vida de la Asamblea Nacional (AN), es el único que "legisla" en el país, la envió con el mote de "económica urgente", con lo que los asambleístas tuvieron 30 días para discutirla y votarla. A punto de vencer el plazo, y sin contar con los votos necesarios para aprobarse, el presidente de la AN convocó al debate un domingo por la noche. No queda duda de que algunos asambleístas, con su inmensa ingenuidad a cuestas, están convencidos de que ahora sí existe soberanía y de que la nueva ley hará despegar la contraída producción petrolera nacional. La ley promueve el monopolio estatal o estatales (de países amigos) y excluye a las perversas compañías privadas, que solo pueden subcontratar para prestar servicios asumiendo casi todo el riesgo. En cambio, a las compañías estatales, se les puede otorgar derechos de explotación "a dedo", sin concurso, sin que presenten la mejor oferta para el país, sin proteger el interés de los ecuatorianos; tal vez, creyendo que por ser estatales, estas compañías de países amigos velarán no por sus intereses, sino por los del Ecuador. Probablemente, el empleo más deseado en la administración pública será el de aquel dedo que decida quién se lleva el campo de explotación. Ese dedo empezará a ser flirteado por muchas compañías que quieren adjudicarse el contrato. ¡Eso es transparencia! Dinero, Diario de Negocios, 6 ago. 2010, p. 2

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