jueves, 19 de noviembre de 2015

El chuchaqui

Milagros Aguirre: Que si inversión. Que si gasto. Que si ahorro. Seguramente para definir esas palabras basta acudir a la humilde economía casera y al sentido común. Lo que se ha gastado demás en la fiesta de 15 años o en el bautizo, con comida, disco móvil y con deuda incluida además del chuchaqui que amerita el botar la casa por la ventana, por supuesto, es gasto y no se llama de otra manera. Lindo. Pero gasto. El pagar la educación de los hijos y un techo donde vivir, ha de ser lo más cercano a la inversión. Y los centavitos guardados en caso de emergencia, ahorro. En el país claro que hay inversión. Negarlo sería estar ciegos: escuelas, hospitales, carreteras, parques, algún museo o biblioteca, infraestructura nueva para instituciones que dan atención al público -como el Registro Civil- que eran una desgracia antes de la inversión, imposible negarlo. Pero que hay gastos, hay gastos, gastos que han sido a manos llenas. Y además, muchos de ellos, inútiles, tan inútiles que más se asemejan al despilfarro. Entre ellos, cubrir de césped sintético a los parques de los pueblos y a las canchas de las escuelas; construir un museo que a las dos semanas de inaugurado hay que convertirlo en instituto para que se justifique la obra. Decir que en el país no se ha invertido sería estar ciego. Pero tampoco se puede negar que se ha gastado a manos llenas, como si nos hubiésemos sacado la lotería. Y que ahora empieza el chuchaqui. El Comercio, Año 110 N° 40994 5 nov. 2015, p. 10 ECONOMÍA INTERNACIONAL

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