martes, 23 de octubre de 2012

CRASO ERROR / Samaniego, José

A finales del año pasado, cuando se empezó a discutir cuál sería el crecimiento de la economía para el año 2010, la gran mayoría de instituciones privadas que hacen análisis económico, las instituciones financieras internacionales, los bancos de inversión, los analistas privados, etc., coincidía que esa cifra podría ubicarse entre el 2 y el 3 por ciento. La sorpresa fue grande cuando el Gobierno, a través del Banco Central, anunció que todos estábamos equivocados y predijo que el crecimiento económico del país sería del 6,8 por ciento. El Banco Central siempre ha tenido muy buenos estadísticos y matemáticos y, por eso, resultaba extraño, por decir lo menos, que anunciara una previsión que lucía a todas luces, extremadamente alta. O todos los entes no gubernamentales estábamos equivocados o el Central tenía información que no conocíamos o el Gobierno "utilizó políticamente" la cifra para crear optimismo en la ciudadanía sobre su programa de Gobierno. Me inclino a pensar que la tercera posibilidad es la que sucedió y que el Gobierno se demoró ocho meses en rectificar el craso error que cometió, en especial cuando se dio cuenta de que la estimación inicial era imposible de alcanzar luego de que divulgó que el resultado del primer trimestre de 2010 era un exiguo crecimiento del 0,3 por ciento. ¡Pero hay errores y hay errores! Muchos son explicables cuando están dentro de un rango menor. Pero equivocarse con un margen del 40 por ciento es una "barbaridad metodológica", y cuesta mucho pensar que haya sido originado por los técnicos del área de Estadísticas del Banco Central. Resulta muy difícil aceptar una equivocación de semejante magnitud cuando había evidencias muy claras en sentido contrario, más aún viniendo de una institución que históricamente había sido muy cuidadosa en sus investigaciones. Pero todo es posible cuando el populismo es la filosofía del equipo económico, cuando el voto está por sobre la lógica económica, cuando no hay un Banco Central independiente que rinda cuentas de sus errores, cuando la dirección económica de un país está politizada y cuando se ha destruido la institucionalidad del organismo que elaboraba técnicamente las previsiones económicas con reconocida precisión y calidad. Hoy, 25 ago. 2010, p. 4

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