miércoles, 1 de enero de 2020

Enmiendatitis

Francisco Febres Cordero
1 de junio, 2014

¡Chuta!, desde que el excelentísimo señor presidente de la República se volvió enmiendoso y aceptó que la Asamblea enmiende la Constitución para que haya reelección indefinida, todo ha comenzado a enmendarse en el país.

El viaje de la Tri al Mundial, por ejemplo, estuvo lleno de enmiendas. Primero, la Selección fue despedida en el Palacio presidencial y, cuando ya se iba, la gente enfervorizada comenzó a gritar: ¡Selección, Selección! Pero como los jugadores entendieron ¡reelección, reelección!, corrieron a la Asamblea donde los asambleístas, a cambio de que los de la Tri se dejaran tomar fotos con ellos, les firmaron la enmienda. ¡Ya nos fregamos!: en el 2018 vamos a tener la misma alineación. Ojalá ganemos.

Henchido de amor patrio, hasta el Banco Central se enmendó y, aunque ya no era emisor desde que se implantó la dolarización, emitió en honor de la Tri monedas de oro y plata que ahora son de curso legal, como llamamos los economistas a las monedas que pasan de mano en mano y no como esas electrónicas que ya mismo entran a regir por otra enmienda.

Contagiado con el virus, el Glas también se enmendó y por eso ha ordenado que su despacho vicepresidencial se enmiende para que esté a tono con la nueva matriz productiva. Por eso ha de ser que ha mandado a que le construyan en su suite una cama de madera de nogal, de dos plazas y media, con un respaldar de vidrio templado. Chuta, creo que la enmienda radica en que esa cama no ha de servir solo para cambiar la matriz productiva, sino sobre todo para cambiar la matriz reproductiva (de su sucesor, claro, por siaca él no resulte reelegido). La suerte es que mesejante cama solo va a costar 4.346,82 dólares, o sea más o menos a unos cincuenta dólares por dormida completa y 25 por siesta.

Pero como el Glas no solo se pasa durmiendo, ha mandado también que le fabriquen una estación de trabajo de madera color sapelli (¿qué color será el sapelli?, ¿verde agua será?, ¿rojo será?). En esa estación ojalá el Glas se estacione mucho para trabajar, porque cuesta 3.365,28 dólares.

Para cuando tenga que sentarse de lo tan cansado que ha de estar estacionado en la estación, ha ordenado un sillón empresarial tipo ejecutivo, o sea bien mullido, por 1.822, 86 dólares. ¡Qué enmiendoso el Glas! Cómo será que está enmendando su recámara, que para nomás de ver la tele ha pedido dos muebles, uno para el dormitorio y otro para la sala, a 6.403,38 dólares. Pero como pueden caerle invitados, las sillas y una mesa ejecutiva que se ha mandado a hacer cuestan 7.141,87 dólares. Y, claro, para después de levantarse de la cama, ha dispuesto un jacuzzi porque, pobrecito, de tanto estar ora echado, ora sentado, ha de haber descubierto en el rincón del vago.com que lo aconsejable es sumergirse en un baño de asiento, dada la altísima dignidad del cargo en que sienta.

Ojalá que el Glas, como viajó al Uruguay, haya visto el ejemplo del Mujica y a su regreso le diga al excelentísimo enmiendoso que lo que hay que enmendar es el despilfarro, la prepotencia, la soberbia, y entender que el poder está hecho para servir y no para servirse de él.


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