lunes, 15 de febrero de 2016

El legado/ Francisco Cuesta Safadi: Aún faltan dieciocho meses y ya se habla del legado de Correa

Según analistas de nuestros indicadores económicos, Ecuador transitará el 2016 por un escabroso sendero. Su desmedido endeudamiento actual y aquel que adicionará para mitigar momentáneamente el colapso, se duplicará. Su empecinamiento en mantener una descomunal burocracia reclutada para asegurar su presencia en manifestaciones y eventos electorales, los multimillonarios egresos en propaganda gubernamental y el buen vivir de sus revolucionarios funcionarios, pronto desnudarán a un Ecuador sin recursos, con un masivo e imparable desempleo que incrementará la delincuencia callejera, con una mayúscula desconfianza empresarial, con extinguidas reservas financieras que han frenado su desarrollo, con una inaceptable restricción de controlar por parte de la Contraloría. En suma, un país angustiado. Un país sin esperanza. Ese país será el legado de Correa al próximo presidente y podría ser una de las explicaciones de su pretendido gesto de generosidad democrática. La gente sencilla se hace preguntas sencillas en medio de su desconocimiento de la real situación del país y, peor aún, no entiende por qué las respuestas no se dan. ¿A cuánto montan las llamadas obras emblemáticas del Gobierno revolucionario en vialidad, educación y salud? ¿A cuánto ascienden los subsidios a los combustibles, cuya beneficiaria principal es la clase pudiente ( la gran mayoría de pobres no tienen carros)? ¿A cuánto podrán montar otros proyectos realizados, inconclusos o abandonados? ¿Cuánto gasto representa la masa burocrática que se ha sumado a las huestes electorales del Gobierno? ¿A cuánto ascienden los demás subsidios, los bienes adquiridos y los servicios contratados en procura de nuestro buen vivir? Por antojadizas que resulten ser las cifras finales del descargo gubernamental, estarán muy distantes de alcanzar la descomunal cifra recaudada y dispuesta durante el correismo, a la que hay que añadir los zarpazos propinados al IESS, a jubilados y trabajadores. No todos están al tanto de saber que la transparencia nunca ha sido una cualidad revolucionaria, pero la ominosa cara del despilfarro ha asomado sus fauces e invita a un escudriñamiento veraz que solo con la desaparición de este régimen podría darse. Expreso, Año 43 N° 15493 7 dic. 2015, p. 9

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