En debates sostenidos por autoridades del gobierno y líderes de opinión, suele culparse al 'neoliberalismo' y a una supuesta liberalización financiera de la crisis de 1999. Pero esta explicación es una caricatura grotesca
de lo que sucedió. Las semillas de la crisis de 1999 no se encuentran
en la liberalización financiera, sino más bien en intervenciones
estatales ejecutadas contra el sistema financiero mediante el empleo de política monetaria, cambiaria y crediticia.
El economista Pedro Romero (1) ubica la semilla de crisis de 1999 en la sucretización de la deuda privada externa en 1983 por parte del gobierno de Osvaldo Hurtado.
Básicamente, el gobierno asumió las obligaciones externas de la banca
privada. Este fue el primero de sucesivos rescates por parte del Estado
ecuatoriano a la banca.
Romero luego indica que esta política continuó durante el gobierno de León Febres-Cordero: hacia fines de 1984, 'Se
extendió el plazo para cancelar los pagos a siete años, se congeló la
tasa de interés en 16% (mientras las tasas mercantiles eran de 28%), se
hizo lo mismo con el tipo de cambio a 100 sucres por dólar, y se amplió
el período de gracia de un año y medio a cuatro años y medio. De esta
forma, el gobierno por medio del BCE subsidió y protegió al sector
productivo y bancario altamente endeudado con el exterior'. Además,
entre 1986 y 1988, se tomaron medidas para ampliar el subsidio a los
bancos, de tal forma que estos podían cancelar sus obligaciones con el
BCE con un descuento promedio de 78%.
Esta práctica repetitiva de que el Estado intervenga para rescatar y subsidiar a bancos privados generó incentivos perversos que condujeron eventualmente a la hecatombe de 1999. Esta
práctica se detuvo cuando se implementó la dolarización y el BCE dejó
de emitir dinero y de actuar como prestamista de última instancia.
Vale la pena resaltar que las intervenciones estatales para rescatar a
privados que toman malas decisiones nada tienen que ver con el
liberalismo, sino más bien con alguna variante de estatismo.
También cabe señalar que este sistema hubiera fracasado tarde o
temprano, con o sin la tímida apertura del sistema financiero que se dio
entre 1992 y 1994 (2).
Romero indica que a pesar de esas reformas, 'quien
gobernaba la política monetaria y cambiaria seguía siendo la Junta
Monetaria... Esto implicaba que aún la injerencia de la política en el
BCE estaba vigente'. No solo intervenía la política, sino que también era sencillo para algunos banqueros manipular a las autoridades a su favor.
El gobierno de Sixto Durán-Ballén intentó mejorar la situación cambiando las microdevaluaciones
por un ancla ajustable. Aún así, sucedió lo que suele pasar en países
con moneda propia que no es de aceptación universal: cuando las
condiciones externas se tornaron negativas hubo una fuga de capitales,
se dispararon la inflación y las tasas de interés, y se drenaron las
reservas internacionales de tal forma que una drástica devaluación del
sucre fue inevitable.
Afortunadamente, hoy que enfrentamos una coyuntura externa similar a
aquella de 1999 —el petróleo cayó en un 40% entre 1998-1999 (48% entre
2015-2016), El Niño golpeó al país (3) y el dólar estaba
apreciándose— estamos dolarizados y mientras sigamos estándolo este y
cualquier otro gobierno que venga está incapacitado de realizar este
tipo de travesuras, que empeorarían marcadamente nuestra situación
actual, ya de por sí complicada.
Referencias
1. Romero A., Pedro. “Crisis bancaria en Ecuador: Causas y posibles soluciones” en Más Libertad y Menos Política. Universidad San Francisco de Quito. 2012.
2. Es cierto que con esas medidas aliviaron en algo la represión financiera: se terminaron los programas de créditos dirigidos por el gobierno a través de la banca privada, se redujeron los encajes bancarios y los controles explícitos de las tasas de interés, se permitió que los bancos ecuatorianos realizaran transacciones en monedas extranjeras y operaciones offshore, se eliminó el programa del BCE para subsidiar exportaciones y se prohibió los préstamos directos del BCE al sector público.
2. Es cierto que con esas medidas aliviaron en algo la represión financiera: se terminaron los programas de créditos dirigidos por el gobierno a través de la banca privada, se redujeron los encajes bancarios y los controles explícitos de las tasas de interés, se permitió que los bancos ecuatorianos realizaran transacciones en monedas extranjeras y operaciones offshore, se eliminó el programa del BCE para subsidiar exportaciones y se prohibió los préstamos directos del BCE al sector público.
3. González-Astudillo, Manuel. "'Técnicamente, académicamente no estamos en crisis', afirma @Mashirafael". Blog Economía en Jeep. 2 de febrero de 2016.
Por: Gabriela Calderón de Burgos
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