lunes, 24 de junio de 2013

EL DESARROLLO COMO UTOPÍA / Carrera, Jaime

El aumento del gasto público del 21 por ciento al 41 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) sustentado en el petróleo, más deudas y cargas tributarias impulsó el consumo privado, la inversión pública, los subsidios, gastos en educación y salud, y una tasa de crecimiento de apenas el 4,2 por ciento en promedio. Como era previsible, el modelo está agotado. El elevado gasto no puede sostenerse. Se acabó el boom petrolero. El saldo rojo de la balanza no petrolera fue el 10 por ciento del PIB, la inversión extranjera directa (IED) es casi inexistente igual que las reservas en dólares, el 60 por ciento de las exportaciones son petroleras y en gran medida la economía depende del petróleo, el crédito privado se contrae. Hay 4,3 millones de personas pobres y 1,8 millones en extrema pobreza. Son 3,4 millones los subempleados y dos millones están en la informalidad. Son evidentes los altos costos de las oportunidades perdidas para superar las deficiencias estructurales del país, a fin de lograr tasas de crecimiento sostenido superiores al 6 por ciento anual durante 20 años o más. Es imperativo en ese lapso mantener tasas de inversión/PIB superiores al 30 por ciento con un adecuado financiamiento del ahorro público y privado y de la IED. El desarrollo será una quimera sin modificar la estructura de las exportaciones para que prevalezcan las de valor agregado. En rigor, urgen profundas transformaciones de las instituciones políticas y económicas. Quizá, hoy, pensar en el desarrollo es una utopía. Diario de Negocios, 6 mayo 2013, p. 2

No hay comentarios:

Publicar un comentario