domingo, 10 de marzo de 2013

QUE NO SE SOBRECALIENTE LA MÁQUINA / Cueva, Simón

Bajo el nombre bárbaro de regulación macro prudencial, se esconde una tendencia creciente de ampliar la regulación a las instituciones financieras para tomar en cuenta nuevos problemas. Típicamente, muchos países -a veces luego de vivir crisis bancaria- mejoraron la supervisión, pusieron más controles y requerimientos de capital y reforzaron la medición de los riesgos que toman los bancos cuando prestan plata. Todo esto se orienta a proteger, en última instancia, a los depositantes de las instituciones financieras para que sus recursos estén seguros. Sin embargo, las crisis financieras recientes (en los Estados Unidos o partes de Europa) muestran que controlar los problemas individuales de un banco no siempre es suficiente. En el caso ecuatoriano, el país vive una bonanza de liquidez, con altos precios de nuestras exportaciones, empezando por el petróleo, y fuerte gasto público. Con una creciente inyección de recursos de un nuevo participante (el BIESS) en crédito hipotecario, y con restricciones que se han puesto a los bancos para que inviertan parte de sus activos afuera, muchas instituciones financieras han estado muy líquidas y buscando a quien prestar. El crédito de consumo de los bancos ha subido casi 40 por ciento en un año. La gente puede endeudarse con más facilidad. Los índices de mora bancaria siguen bajos, pero en época de liquidez es fácil para un deudor pedir prestado a un banco para repagar al otro, por lo que todo el mundo aparece como buen pagador, aunque no lo sea. Es el momento preciso para poner normas macro prudenciales que suavicen el ritmo, controlen el sobre endeudamiento y eviten problemas futuros. Es aún más importante porque el país no tiene moneda propia y, en caso de problemas bancarios, no tendría la opción de emitir dinero para enfrentar el problema. Hoy, 16 mar. 2012, p. 4

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