FUTURO DEL ITT / Rosales, Francisco

Más allá de los vitriólicos cuestionamientos del presidente de la República a las negociaciones con los países que habían prometido apoyo a la iniciativa ITT y lo difícil que será remontar la actitud de gobiernos que se han sentido injustamente ofendidos, lo de fondo es determinar si la propuesta ecuatoriana logrará disminuir la contaminación mundial debido a la quema de combustibles fósiles. La iniciativa ITT, como es sabido, tiende a no explotar los campos conocidos como Ishpingo, Tambococha y Tiputini, tanto porque el hacerlo podría afectar a una zona de la más rica biodiversidad, cuanto -y esta es la presentación ante los posibles contribuyentes- porque se dejaría de lanzar a la atmósfera 436 millones toneladas de CO2, que se generarían con la utilización del petróleo extraído de esos campos. La verdad es que no porque se dejen de explotar las reservas del ITT el mundo dejará de consumir el volumen de crudo que se deja de producir en ese campo. Lo que ocurrirá es que otros productores de petróleo abastecerán esa demanda y sustituirán el crudo que el Ecuador deja de extraer. Es más, resulta de alguna manera paradójico que un país miembro del cartel petrolero, proponga dejar de explotar el crudo en un campo a cambio de que algunos países le compensen con aportes de US$ 3500 millones, que se destinarían fundamentalmente a desarrollar proyectos no contaminantes y a proteger a los habitantes del parque Yasuní y a su biodiversidad. Esto último es lo más importante: la responsabilidad del Ecuador y del mundo de preservar una zona única en el planeta debe llevar a una posición concertada de no explotar el campo ITT. En discusiones del Estado, como en las personales, hay consideraciones éticas que rebasan el interés económico. Los socios de la OPEP mirarán sorprendidos la actitud de uno de sus miembros que propone cooperar en el proyecto contribuyendo con altas sumas de dinero para no explotar un campo petrolero. Hoy, 29 mar. 2010, p. 4